Por @Alvy — 26 de septiembre de 2013

… ¿Y si vas con los ojos vendados?

Este experimento consiste en llevar a alguien a un gran parque, una gran playa o un lugar parecido y taparle los ojos, pidiéndole que camine en línea recta. Al poco se observa que no es algo que resulte especialmente fácil: la persona camina trazando círculos cada vez más y más pequeños (de hasta tan solo 20 metros de diámetro), tal vez con pequeñas rectificaciones ocasionales.

Contrariamente a lo que dice la sabiduría popular, si alguien se pierde en un frondoso bosque –y a nada que haya alguna referencia como el sol o montañas lejanas– la gente no acaba caminando en círculos. Pero al parecer en este experimento es implacable si el vendaje de los ojos está correctamente ajustado y no permite en absoluto ver luces ni hay sonidos de fondo que puedan servir de referencia.

Los científicos califican este efecto de «misterioso» porque no tienen muy claro a qué se debe. Una de las especulaciones al respecto tiene que ver con que tal vez tendamos a hacer giros hacia el lado «dominante» del cerebro, pero no hay una respuesta definitiva.

Quienes lo estudiaron más en profundidad llevando a gente a pasear por ahí a ciegas, con GPS y otros controles lo llamaron –tal vez jocosamente– el efecto de caminar recto en círculos. Su mejor sugerencia es que se debe a una especie de «ruido acumulado en nuestro sistema sensomotor» que no nos permite recalibrar bien la forma en que subjetivamente consideramos que andamos «rectos».

(Vía The Kid Should See This..)

Compartir en Flipboard Publicar / Tuitear Publicar