Por @Wicho — 18 de junio de 2004

Esta vez, sí

Esa era la frase que coreaba el público que llevaba a Charles Lindbergh a hombros en el aeropuerto parisino de Le Bourget hace 77 años, justo después de que aterrizara tras su épico vuelo en solitario a través del Atlántico.

Hazañas como la de Lindbergh y otros pioneros de la aviación contribuyeron a cambiar radicalmente nuestro mundo, y estos días se respira un ambiente muy similar en el desierto de Mojave, en California donde Burt Rutan y su equipo están a sólo tres días de intentar una hazaña similar en cuanto a los vuelos espaciales.

Si todo les va bien, el lunes SpaceShipOne se convertirá en el primer vehículo tripulado desarrollado con fondos privados en alcanzar el límite del espacio.

Alan Radecki, que forma parte del equipo de tierra, está enviando actualizaciones (1, 2, 3) sobre la misión a BoingBoing a través de Todd Lapin, uno de sus ex editores invitados.

Después del vuelo del lunes Rutan y su equipo piensan intentar hacerse con el Ansari X Prize, que dará diez millones de dólares a aquel equipo que con financiación privada consiga alcanzar los 100 kilómteros de altura con una nave con tres tripulantes, volver a tierra, y repetir el vuelo con la misma nave en el plazo de dos semanas.

Aparte de embolsarse el premio, Rutan pretende demostrar que el espacio no sólo está al alcance de los gobiernos.

A menudo observa que había menos de una docena de pilotos en todo el mundo cinco años después de que los hermanos Wright realizaran su primer vuelo en 1903, pero que eso cambió después de que hicieran unas demostraciones de vuelo en Francia en 1908.

Rutan dice que tan pronto como el mundo se dio cuenta de que dos personas que tenían una tienda de bicicletas eran capaces de volar el interés por la aviación despegó de tal forma que en 1912 había

Miles de pilotos y aviones en 39 países. Eso es absolutamente asombroso comparado con cualquier otro periodo de desarrollo tecnológico.
Peter Diamandis, presidente de la X Prize Foundation, y otros piensan que el Ansari X Prize producirá un efecto similar en cuanto al espacio. Según el propio Diamandis
Se estima que hay un mercado de 1.000 a 2.000 millones de dólares para vuelos suborbitales, que 15.000 personas al año estarían dispuestas a gastarse entre 50 y 100 dólares por cabeza para alcanzar el espacio. Eso quiere decir que hay un negocio real y que los beneficios se pueden reinvertir en mejorar las prestaciones.
Hay 26 equipos apuntados, de los que unos nueve están trabajando activamente en el concurso, y aunque Rutan parece tener todos los boletos para hacerse con el premio, Diamandis cuenta se mete con él recordándole que todo parecía indicar también que Richard E. Byrd iba a hacerse con el Orteig Prize, pero que al despegar se estrelló y que quien lo ganó y se hizo famoso de la noche a la mañana fue un desconocido piloto de correos llamado Charles Lindbergh. De hecho, como para confirmar este comentario, Armadillo acaba de anunciar que ha realizado un vuelo de prueba con éxito.

Si todo sale bien, Rutan predice un renacimiento de los vuelos espaciales tripulados y cree que el turismo espacial «al precio de un crucero de lujo» podría ser posible en unos 12 ó 15 años.

Tendré que empezar a ahorrar.

(Gracias a Carlos Heredia por enviarme parte del material utilizado para redactar esta anotación.)

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