Alguien se preguntó hace tiempo si se podría cocinar un pollo a hostia limpia, una idea basada en un principio científico:
Si la energía cinética se convierte en energía térmica… ¿Cuán rápido habría que abofetear a un pollo para cocinarlo a hostias?
La pregunta se convirtió en meme y se basaba en la ecuación de conversión entre energía cinética y térmica (1/2mv²=mcT) tomando como factores que una mano pesa unos 0,4 kg, se puede dar una bofetada a unos 11 m/s (40 km/h) de velocidad, que el pollo pesa 1 kg y tiene una capacidad calorífica intrínseca de unos 2720 J/Kc. Para cocinarlo habría que elevar la temperatura de 0°C a 205°C. Cada bofetada generaría un incremento de temperatura de unos 0,0089°C así que haría falta darle 23.034 hostias «estándar» para que quedara cocinado.
Eso sí, el proceso se puede reducir a una sola y poderosa bofetada, la mayor de las hostias imaginables, que sería una con la mano abierta pero a 1.665 m/s o unos 6.000 km/h, prácticamente Mach 5. Eso son cinco veces la velocidad del sonido, así que el pollo ni la oiría venir. También está al límite de la velocidad supersónica, por lo que podríamos hablar de una hostia supersónica con propiedad. Más allá sólo estarían las velocidades hipersónicas (Mach 5 a 10) y Superhipersónicas (Mach 10 a 25), que podríamos intuir podrían cocinar pollos más grandes.
Eso sí, el resultado no es demasiado comestible. En el vídeo de N. Rabino creado con Ansys 17.0 se ve una simulación con el pollo en forma de gel balístico y cómo en cuestión de microsegundos y tras indescriptibles ruidos (que nos ahorran en el vídeo) tanto el pollo como la mano se desintegran en millones de partículas debido a la liberación casi instantánea de energía.
Así que tanto la ciencia como los cocinillas puede estar tranquilos porque esta forma de cocinar pollos no es adecuada para el consumo humano, únicamente como mero entretenimiento.