Un condensado de Bose-Einstein –y que me perdonen los físicos presentes– es un estado de la materia la mar de curioso en el que un montón de bosones en estado gaseoso a temperaturas muy próximas al cero absoluto se comportan como si fueran una gran partícula que se puede observar a simple vista.
El estudio de los BEC, por sus siglas en inglés, permite a los científicos adentrarse en cuestiones fundamentales acerca de qué esta hecho el universo, así que hay unos cuantos laboratorios que disponen de la cacharrería necesaria para crearlos en todo el mundo. Pero el problema es que los condensados Bose–Einstein son muy delicados y difíciles de mantener, entre otras cosas porque la gravedad tiende a moverlos bosones y fastidiar todo.
Así que a los científicos se les ocurrió que para librarse de la gravedad podría estar bien enviar a la Estación Espacial Internacional un aparato capaz de producir BEC en caída libre.
Y eso es precisamente el Cold Atom Laboratory, enviado a la EEI en la Cygnus OA-9E en mayo de 2018, y que acaba de ser puesto en marcha y ya está produciendo sus primeras nubes de bosones ultrafríos. Pero a una diezmilmillonésima de grado por encima del cero absoluto, lo que lo pone un orden de magnitud por encima de cualquier otro instrumento anterior en lo que se refiere al frío alcanzado. Y además los mantiene por unos 20 segundos, lo que también es, con diferencia mucho más tiempo que el de cualquier otro instrumento similar en tierra.
El interior del CAL es de hecho, que sepamos, el punto más frío del universo, que ya es decir. Porque, de nuevo que sepamos, los bosones nunca van a alcanzar una temperatura tan baja de forma natural.
Los resultados que obtenga el CAL, que en principio estará en activo un año, aunque probablemente se extienda su misión, nos permitirán avanzar en nuestro entendimiento sobre lo que son la materia oscura y la energía oscura y en los intentos de reconciliar los resultados tan distintos que dan la mecánica cuántica y la teoría de la gravedad.
(La entrada en servicio del CAL vía Alexander Gerst).