En Gizmodo, How Physicists Recycled WWII Ships and Artillery to Unlock the Mysteries of the Universe,
A mediados de la década de los años de 1990 los físicos necesitaban toneladas de un metal lo suficientemente fuerte como para soportar los poderosos campos magnéticos del experimento CMS, uno de los detectores de partículas del Gran Colisionador de Hadrones. Se decidieron por el latón de alta calidad, pero ¿de dónde sacarán la cantidad que necesitaban?
Aunque la ciencia rusa estaba bajo mínimos durante la década de 1990 los científicos rusos que formaban parte del equipo internacional del detector CMS seguían intentando participar. Uno de aquellos científicos recordó que el latón en los casquillos de artillería cumplía con las especificaciones exactas de calidad y de resistencia que requería el detector CMS.
Un comandante de la marina rusa accedió a entregar las casquillos de artillería sobrantes de la Segunda Guerra Mundial a los científicos del CMS. En total 600 toneladas de aquel latón fue a parar al experimento. El LHC se puso en marcha en 2009 y con la ayuda del detector CMS permitió dar con la escurridiza partícula conocida como bosón Higgs, en 2012, concluyendo así una búsqueda que había durado 50 años y costado muchos miles de millones de dólares.
Merece la pena leer la historia completa, que incluye muchos detalles sobre el proceso de convertir munición usada y buques de guerra en aceleradores de partículas.
Actualizado: RadiactivoMan añade un apunte interesante, y es que “ese metal fue fundido antes de las bombas atómicas y por tanto tienen muchos menos isótopos radiactivos”, y aunque hubiera que volver a fundir el latón para su nuevo propósito “fundiendo el metal en crisoles con paredes de materiales controlados la contaminación por isótopos radiactivos que se añaden son bajas. El caso más conocido es el del plomo romano [usado ahora para construir] detectores de partículas, como los neutrinos.
Fotografía: CERN, vía Gizmodo.