En esta charla TED el neurocientífico Greg Gage realiza una demostración de salón sobre cómo captar con unos sensores las señales que el cerebro de una voluntaria envía a los músculos de la mano –en forma de descargas eléctricas– para lanzar un latigazo de corriente a unos electrodos conectados al brazo de otro voluntario distinto.
Tras calibrar los aparatos lo que se hace es realizar la detección y luego lanzar una corriente diferente hacia el brazo del otro voluntario – básicamente «forzándole» a mover su brazo contra su voluntad. Podríamos decir que es una mini-electrocución controlada por señales cerebrales. ¡Y funciona!
Lo más divertido del vídeo está hacia el final, cuando a partir de 04:45 la chica comienza a mover la muñeca del chico como si fuera un juego. No es algo que duela ni nada de este –a esta escala– porque es tan solo un pequeño calambre en el punto justo, procedente de un kit electrónico bastante barato, que incluye el software de «aprendizaje» para medir las señales de entrada, reguladar la sensibilidad y activar electrodos de salida. Algo así como la «versión moderna del reflejo automático», como cuando te dan en la rodilla con el martillito, vamos.
Lo más genial del asunto está al final, cuando en 05:15 el científico plantea qué sucederá si no es la voluntaria la que mueve su brazo, sino si se realiza el mismo movimiento de otra forma. Nada sucede, porque no hay una señal bajando desde el cerebro al brazo. Este método solo detecta cuándo el cerebro envía una orden en forma de impulsos eléctricos, no el propio movimiento de la mano, así que el detector simplemente no recibe nada.
Como puede juzgarse por el resultado y las risas entre el público una demostración de este estilo resulta la mar de curiosa y espectacular.