Entre las 10:51 y las 16:08 UTC del 31 de enero de 2018 se produce un eclipse de Luna que, si haces caso de lo que se puede ver por ahí, va a ser un eclipse de superluna azul rojo sangre. Pero vamos por partes, como diría Jack.
- Sí, hay un eclipse, pero el eclipse máximo cae en el Pacífico. Así que para poder verlo habrá que estar en Asia central y oriental, incluida la mayor parte de Siberia, Filipinas, Indonesia, Nueva Zelanda y casi toda Australia; Alaska y la parte menos habitada de Canadá también lo podrán ver. En Asia occidental, el subcontinente indio, Oriente Medio y Europa del este el eclipse ya estará en marcha cuando salga la luna. En los Estados Unidos, América Central y la parte superior izquierda de América del Sur podrán ver parte del eclipse mientras la Luna se va poniendo.
- Lo de la superluna… pues ni siquiera es una superluna si nos atenemos a la definición que se sacó de la manga hace unos años el astrólogo Richard Nolle. Para un perigeo de 358.994 kilómetros y un apogeo de 405.700 como los de esta órbita la Luna llena tendría que producirse a menos de 363.665 kilómetros de la Tierra… y resulta que la Luna llena se produce a una distancia de unos 367.321 kilómetros de la Tierra. ¡Meeeeec!
Sí, Richard Nolle es astrólogo, no astrónomo, aunque luego algunos astrónomos hayan decidido usar el término para «vender la moto». Pero como siempre explicamos, la supuesta diferencia de tamaño y luminosidad son inapreciables a simple vista porque van cambiando día a día. Y como siempre, haya superluna o no, bastará con extender la mano para poder tapar la «superluna» con la punta del dedo. Citando a Neil deGrasse Tyson en una entrevista reciente:¿Si tuvieras una pizza de 16 pulgadas la llamarías Superpizza comparada con una pizza de 15 pulgadas? Es una luna un poquito más grande. Por eso no utilizo el adjetivo Superluna.
- No, la Luna no se va a volver azul. Se denomina Luna azul a la segunda Luna llena de un mes, un fenómeno no habitual pero tampoco raro; en lo que va de este siglo ya ha habido siete y este año habrá dos. De hecho lo de azul es una mala traducción de la palabra del inglés antiguo belewe, que en realidad significa traidor, pues una luna adicional en la primavera implicaba extender el ayuno de la cuaresma y eso no molaba nada. Así que de azul, nada.
- Y sólo la verán roja –y tampoco de un rojo sanguinolento ni mucho menos– en aquellos lugares en los que se pueda ver el eclipse, porque aunque durante un eclipse la Luna deja de estar iluminada directamente por el Sol sigue recibiendo luz refractada a través de la atmósfera, que es la que la tiñe de rojo.
Dicho todo esto, un eclipse de Luna es siempre un espectáculo del que disfrutar si la meteorología lo permite –convenientemente abrigado, eso sí– sin los riesgos que entraña observar un eclipse de Sol si no se cuenta con el equipo necesario. Pero creo que no es necesario venderlo de manera tan exagerada, porque en mi opinión esto al final es contraproducente. ¿Cuantas personas después del eclipse van a pensar que los astrónomos no tienen ni idea de lo que dicen, defraudadas con las fotos hechas con el móvil en las que la Luna apenas es un pequeño puñado de pixeles?
Nota mental: cualquier fenómeno astronómico que un medio (o muchos, hasta la NASA) anuncie como algo imprescindible porque no se producirá de nuevo en chiquicientos años o que no ha pasado en tiempo similar será pura filfa probablemente con un nivel de confianza cercano al 99,9%
— Javier Armentia (@javierarmentia) 30 de enero de 2018
El eclipse se podrá ver en directo vía NASA TV (aunque seguro que dicen que es una superluna) y también lo retransmitirá el telescopio Slooh, por ejemplo.
La foto de allí arriba, del eclipse de Luna de septiembre de 2015, es de Paco Bellido. Podéis hacer clic en ella para verla en grande.
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