Cuando el 25 de mayo de 1961 John F. Kennedy anunció públicamente ante el Congreso el objetivo de poner un astronauta sobre la superficie de la Luna y traerlo de vuelta a casa sano y salvo antes de que finalizara la década la NASA no había conseguido tan siquiera colocar un sólo astronauta en órbita.
De hecho, apenas había conseguido realizar un vuelo suborbital tripulado, el de Alan Shepard, a bordo de la cápsula Freedom 7 de la misión Mercury-Redstone 3 el 5 de mayo de ese mismo año, y aún tardaría hasta el 20 de febrero de 1962 en poner a John Glenn en órbita a bordo de la Mercury-Atlas 6.
El anuncio de Kennedy obligó a la NASA a ponerse las pilas y a tirar para adelante de una forma que hoy probablemente sería imposible, quemando etapas y asumiendo riesgos hoy en día impensables.
Una de las muchas cosas en las que tuvieron que improvisar fue en algo tan mundano -pero importante- como los seguros de vida de los astronautas del programa Apolo, ya que ninguna compañía de seguros estaba dispuesta a asumir el riesgo.
Para ello, en colaboración con el club filatélico Manned Spacecraft Center Stamp Club, dieron con la ingeniosa solución de crear unas tarjetas especiales con un diseño específico para cada misión, tarjetas que eran firmadas por los tripulantes y que quedaban en posesión de sus familias durante estas, tal y como cuentan en Apollo insurance covers:
«Seguro de vida» de la tripulación del Apolo 11
La idea era que, de suceder algo, las familias de los astronautas pudieran venderlas, ya que en ese caso se convertirían en «souvenirs» valiosos aunque algo macabros.
Afortunadamente, nunca fue necesario utilizarlas, y tras cada misión estas fueron devueltas al club, que se encargó de «dispersarlas» por ahí sin que quedara ningún registro oficial del asunto.
(Las imágenes las encontré en UKinsurancenet vía Neatorama).