Interesante la charla de Dan Gilbert en TED (2005) que se titula Exploring the frontiers of happiness (Explorando las fronteras de la felicidad), donde a partir del concepto de valor esperado o «esperanza matemática» popularizado y adecuadamente definido por Daniel Bernoulli en el siglo XVIII, explica un montón de aparentes paradojas sobre el comportamiento de los seres humanos tomando decisiones. La conclusión es clara: somos pésimos calculando tanto la probabilidad de que sucedan las cosas como el verdadero valor que tienen éstas.
Gilbert analiza con cierta profundidad muchos de los ejemplos de contabilidad mental paradójica que alguna vez hemos mencionado por aquí: cálculos incorrectos y sesgados que repetimos una y otra vez, influidos a veces por trucos de ventas, que muchas veces no tienen sentido. Un ejemplo perfecto es que la mayoría de las personas cruzarían toda la ciudad para comprar por 100 euros un electródoméstico que vale 200 al lado de su casa, pero no lo harían para comprar por 29.900 un coche que cuesta 30.000 en un concesionario cercano (la realidad: el billete de 100 euros que es el mismo ahorro en ambos casos no tendrá memoria sobre «de donde fue ahorrado»).
Una cuestión interesante es que en su exposición califica de tontería «jugar a la lotería», pues las probabilidades siempre están en contra del jugador y a favor de la «banca». Hay muchas variantes de frases populares que afirman con cierta gracia que la lotería es un impuesto voluntario sobre la esperanza o bien un impuesto «para los tontos que no saben matemáticas». Matemáticamente, están en lo cierto.
Pero psicológica y socialmente tal vez es una idea equivocada, como le recordó alguien de entre el público en el turno de preguntas: comprar un billete de lotería produce una utilidad o satisfacción en el comprador por el mero hecho de soñar durante un rato, unos días o incluso semanas con la posibilidad de ser agraciado con el premio (incluso aunque sepa que las probabilidades están en su contra). Podría afirmarse que incluso el subidón de serotonina («la hormona del placer») compense con creces el precio pagado por jugar.
Gilbert reconoció que este argumento tiene cierto sentido, pero que también habría que tener en cuenta la tristeza que se siente cuando a uno no le toca. (Así que todo queda en que es cuestión de jugar sabiamente y no deprimirse demasiado al perder, que es lo normal.)
En general la charla está muy bien y su libro Stumbling on Happiness que trata este y otros temas son realmente fascinantes. Me queda por ver otra intervención suya, Why are we happy? también en TED, que debe ser sobre ideas relacionadas.
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