Por @Wicho — 30 de septiembre de 2015

Una de las primeras sorpresas que nos dio la sonda Rosetta según se iba acercando al núcleo del cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, su objetivo, fue que la forma de este recuerda a la de un patito de goma, aunque a mí a veces, y según en qué ángulo, me recuerda a la Serenity.

Una vez descubierto esto los científicos de la misión manejaban dos posibles explicaciones: que hubiera adquirido esta forma por erosión de la zona que ahora forma el «cuello» del pato o bien que se hubiera formado por una colisión a baja velocidad de dos cometas.

¡El pato!

Y según se puede leer en The two independent and primitive envelopes of the bilobate nucleus of comet 67P/C-G, un estudio recién publicado en Nature, el análisis de las imágenes tomadas por la cámara Osiris de Rosetta permite confirmar que 67P efectivamente se formó por la colisión de otros dos cometas.

El equipo de Matteo Massironi, autor principal del estudio, llegó a esta conclusión estudiando las capas de materia que se ven en las imágenes, que en cada uno de las dos partes de 67P están dispuestas de forma similar, aunque la disposición de estas capas es distinta en cada una de ellas.

El estudio de estas capas reveló además que en la zona del cuello están inclinadas en direcciones opuestas, y que su inclinación es coherente con un modelo de la gravedad del cometa que asume que se trataba de dos cometas independientes, cada uno con su propio centro de masas.

Eso sí, las dos mitades de 67P son muy similares estructuralmente, así que parece claro que ambas se formaron a partir de un proceso de acumulación de partículas similar.

Otro resultado del estudio es que la erosión tiene un papel muy importante en la evolución de 67P, aunque hay diferencias locales debidas a la diferente composición de distintas zonas del cometa.

Otra cosa más que hemos aprendido gracias a Rosetta, y ya van unas cuantas.

(Vía ESA).

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