Por @Alvy — 17 de diciembre de 2018

Mounzer Awad @ Unsplash

Unos recientes trabajos de investigadores de la Universidad de Waterloo han confirmado algo que en cierto modo más o menos se conocía –en especial entre los aficionados a los métodos mnemotécnicos– pero ahora ha sido comprobado experimentalmente. Tal y como se publica en The British Psychological Society, cuando se trata de memorizar datos, el hecho de dibujar algo es infinitamente superior de cara a recordarlo que simplemente escribirlo. Es tan grande la diferencia que no sólo ayuda a los adultos más mayores que empiezan a «olvidar cosas» sino incluso a quienes padecen de una pérdida avanzada de las funciones cognitivas.

La investigación consistió en pedir a los voluntarios que recordaran largas listas de palabras comunes (perro, manzana, camión…) y luego comprobar cuántas podían recordar al cabo de unas horas o varios días. Había cierta diferencia entre quienes simplemente las memorizaban o las escribían y sobre todo respecto a quienes las dibujaban (incluso aunque fuera con unos pocos garabatos en unos pocos segundos). También probaron con conceptos más complicados y términos como «isótopo», dejando más tiempo para dibujar; también funcionó. Si se les pedía simplemente calcar un dibujo ya existente o dibujar a ciegas sin ver el papel la cosa mejoraba, pero no tanto.

Lo que les pareció más curioso a los investigadores es que la mejora en la capacidad de memorización no dependiera de la calidad de los dibujos: incluso dibujando muñecos de palo había una diferencia notable. Aunque la técnica puede ser simplemente una más al tratarse de varios estudios relacionados que apuntan todos en la misma dirección creen que puede ser relevante de cara a plantear estrategias para ayudar a traer de vuelta los recuerdos y reforzar la memoria de muchas personas.

Esta noticia me recordó dos cosas: una, la noticia de la abuelita aquella que utilizaba una agenda de teléfonos con dibujos hechos por su nieto porque no sabía leer y con los dibujos había resuelto el problema (lo cual requiere también asociar dibujos con personas reales y sus nombres). La otra es la del conocido y muy práctico método de loci o «palacio de la memoria», una técnica de memorización que consiste en recordar una secuencia de palabras asociándola a objetos que están en un lugar o un recorrido imaginario. Es fácil de llevar a cabo y muy útil. Hay incluso quien lo utiliza para memorizar el orden de dígitos aleatorios o los naipes de una baraja mezclada.

Algo similar que leí hace poco y también parece funcionar es algo así como «el método del absurdo» para recordar pequeños datos un tanto irrelevantes durante el tiempo justo: si aparcas el coche en la calle, tienes que acordarte de hacer algo al llegar a la oficina o de llamar a una persona sin falta, basta visualizarlo la cosa o asunto junto con algo totalmente absurdo e inusual en ese contexto (mi favorito es un salmón gigante). De algún modo eso se queda guardado en la memoria como algo «raro e impactante» y cuando necesitas recordar el lugar exacto o la persona a quién tenías que llamar es más fácil acordarse del «complemento absurdo», que a su vez extrae de la memoria el dato original. Tan absurdo como fácil.

{Foto (CC) Mounzer Awad @ Unsplash.)

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