Por @Wicho — 21 de julio de 2012


Space Shuttle: The complete missions: un homenaje de Nature a estas naves

Hoy se cumple un año del aterrizaje del Atlantis al final de la misión STS-135 de la flota de transbordadores espaciales de la NASA, la que ponía final a su historia, así que como un pequeño homenaje, aquí van diez cosas que quizás no sabías de ellos:

  1. La NASA denomina transbordador espacial al conjunto que se lanzaba al principio de la misión, es decir, el depósito principal de combustible, los propulsores de combustible sólido, y el orbitador que es la denominación oficial del vehículo en el que viajaban los astronautas. Claro que el que la pista en la que aterrizaban se llamara Shuttle Landing Facility contribuía un poco a la confusión.
  2. Al Columbia le faltó poco para ser destruido en el primer lanzamiento del programa por culpa del poder del sonido que rebotaba en la plataforma de lanzamiento y por eso la NASA tuvo que añadir el sistema de supresión de sonido mediante agua a las plataformas de lanzamiento.
  3. Salvo el depósito externo de combustible, que se quema en la atmósfera durante su reentrada una vez que está vacío, el resto de los componentes del transbordador son reutilizables, incluyendo los propulsores de combustible sólido, que se pescaban del mar tras cada lanzamiento.
  4. Los motores principales de los orbitadores, denominados RS-25, son intercambiables y de hecho la NASA se los ha quedado para su eventual uso en un futuro lanzador; lo que se ve en los orbitadores expuestos son reproducciones.
  5. Ninguno de los cinco orbitadores construidos era exactamente igual a otro en cuanto a peso debido a los avances en materiales y procesos de construcción, y esto era algo que tenía que tener en cuenta de cara a la carga útil de cada misión.
  6. En cuanto el transbordador supera la altura de la torre de lanzamiento el control de la misión pasa del Centro de Control de Lanzamientos en el KSC al Centro de Control de la Misión en Houston… Básicamente por motivos políticos.
  7. Había varios posibles lugares para un aterrizaje en Europa y en el oeste África en caso de que hubiera un problema y el orbitador no pudiera ponerse en órbita; en la última época de lanzamientos dos de ellos estaban en España, las bases aéreas de Zaragoza y Morón, y en tiempos también lo fue Rota. También había numerosos posibles sitios para un aterrizaje de emergencia a la vuelta de una misión, que además de los tres citados en España incluían el aeropuerto de Gran Canaria, aunque nunca hubo que usar ninguno de ellos.
  8. A la vuelta de sus misiones los orbitadores planeaban, pues sus motores ya no disponían de combustible.
  9. Las losetas del sistema de protección térmica de los orbitadores eran tan eficaces que aunque durante la reentrada alcanzaban una temperatura de hasta 1.260 grados en las zonas más expuestas un minuto después de esto podían cogerse con la mano sin quemarse.
  10. Ninguno de los orbitadores tenía luces de posición, anticolisión, o de aterrizaje, pues el espacio aéreo que iban a atravesar estaba siempre reservado por las autoridades de aviación civil y vigilado por las Fuerza Aérea de los Estados Unidos.
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