Por @Wicho — 29 de mayo de 2015

Charpentier y Doudna

Las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna se han llevado el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica por la técnica de edición de ADN que han desarrollado, conocida como CRISPR-Cas9, una técnica mucho más precisa y económica que las anteriores.

Como dice el acta del jurado, «[…] permite inactivar o modificar los genes con una precisión y facilidad nunca lograda anteriormente, lo que ha abierto una amplia gama de posibilidades en los campos de la biología y la medicina. Esta técnica ya ha sido aplicada en laboratorio a células humanas y se ha demostrado en ratones que puede utilizarse para subsanar defectos genéticos. El potencial de utilizar este método como herramienta en terapia génica en humanos es inmediato.»

Pero quizás lo más relevante del caso, más allá de sus posibles aplicaciones prácticas, es que el desarrollo de esta técnica viene del interés de Doudna y Charpentier en aprender como funciona el mecanismo de defensa de algunas bacterias, no de un trabajo dedicado específicamente a desarrollar una técnica de manipulación del ADN.

Lo que hacen estas bacterias, grosso modo, es cortar trozos del ADN del organismo atacante e incorporarlos al suyo, lo que les permite tanto inmunizarse contra ellas como transmitir esta defensa a sus descendientes; hay una explicación más detallada de cómo funciona el proceso en Las investigadoras que han revolucionado la edición genética, premio Princesa de Asturias.

Aprender como hacen esto es lo que ha permitido desarrollar CRISPR-Cas9, que salvando todas las distancias, es como una especie de editor de texto para el ADN.

Pero insisto, ese no era el objetivo inicial; en este caso es un beneficio colateral de que Doudna y Charpentier quisieran saber más del mundo en el que vivimos, y un ejemplo claro de que la investigación básica es fundamental: nunca sabes lo que puede derivarse de ella.

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