Uno de los trucos –el principal, diría yo– que usa el cáncer para hacernos tanto daño es que engaña a nuestro sistema inmune, que permanece impasible frente a la presencia de todas esas células chungas a la que debería estar atacando con denuedo.
Pero en los Estados Unidos acaba de aprobarse el uso de una terapia genética que puede convertirse en una importante arma más en la lucha contra el cáncer, en este caso concreto contra la leucemia infantil.
Lo que hace esta terapia es modificar linfocitos T del paciente –es una terapia personalizada– mediante ingeniería genética para «implantarles» receptores de antígeno quimérico, lo que equivale a programarlos para que reconozcan y ataquen las células cancerosas.
Estos linfocitos T modificados se inyectan luego en el paciente, donde aparte de acabar con las célula cancerosas son capaces de reproducirse, con lo que el efecto del tratamiento se mantiene en el tiempo.
Eso sí, es un tratamiento caro. Novartis, que es la empresa que lo produce, le ha puesto un precio de 475.000 dólares, aunque tiene una especie de garantía de satisfacción, ya que no los cobrará si al cabo de un mes el paciente no muestra mejoras.
Y es que, lamentablemente, el tratamiento no funciona en todos los casos, aunque la tasa de éxito vista hasta ahora en los ensayos clínicos ronda el 80%. Pero también es cierto que en algunos de los pacientes se han producido recaídas, mientras que otros siguen sanos años después de haberlo recibido, y que algunos de los efectos secundarios de este tratamiento son bastante duros, así que no es una panacea.
En cualquier caso es un avance importante, avance que además se podrá ir extendiendo a otro tipo de cánceres, así que sin duda es una buena noticia.
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