Este vídeo de Will Schoder es una especie de reseña y análisis calmado de uno de los libros de Douglas Hofstadter, en concreto de I Am a Strange Loop (Yo soy un extraño bucle en castellano, editado por Metatemas). Es un libro de 2007; recuerdo haberlo devorado cuando se publicó, aunque es muy denso. Allí amplía una algunas de las ideas de la su obra más conocida: Gödel, Escher, Bach: un Eterno y Grácil Bucle, uno de los mejores libros que se pueden leer sobre estos temas que combinan matemáticas, lógica, filosofía, arte, mente y consciencia. El vídeo dura más de 20 minutos y es muy completo, lo que permite apreciar algunas de estas ideas con toda su extrañeza y profundidad. [Tiene subtítulos automáticos en inglés.]
El análisis está dividido en varias partes. La primera es El «yo» y trata sobre nuestra capacidad de entender el yo como identidad, de reconocer que tenemos consciencia, sentimientos y demás. Algo que nos hace ver que tenemos una mente que está en algún lugar del cerebro, aunque no está muy claro dónde, y con lo que nos formamos opiniones y tomamos decisiones.
En la segunda parte ya profundiza en cómo Hofstadter planteaba preguntas que suenan triviales pero no lo son, como ¿Cuán real eres? ¿Quién eres en realidad? ¿Acaso existes? y algunas de las ideas más aceptadas al respecto, como que depende de cómo se mire (según la neurología o la filosofía) ese yo podemos aceptar que es un puñado de neuronas conexas o algo más profundo. Idealmente haría falta una explicación que resulte satisfactoria y abarque lo que «opinan» la mayor parte de los campos del saber, que para eso llevan siglos dándole vueltas al tema.
Esto nos acaba llevando a las explicaciones Hofstadter sobre la consciencia. Básicamente los seres humanos –y los animales en general– vamos aprendiendo de la experiencia, creando símbolos, que son patrones en las neuronas que reconocen ciertos conceptos como «madre», «comida», «canción», etcétera. Estos símbolos escalan como una especie de escalera agrupándose unos sobre otros, en una clasificación compleja pero con componentes muy básicos, que es lo que nos permite sobrevivir, aprender y progresar. A los pocos años de nacer ya tenemos un concepto de «yo» y reconocemos que hay otras personas que tienen las mismas ideas, algo que también reconocemos en otros seres como los animales.
Ahora bien: entonces llega la paradoja. Cuando aceptamos que el «yo» se autodescubre y acepta describirse como un conjunto de neuronas, conexiones y símbolos se produce una especie de extraña autorreferencia que en cierto modo provoca un derrumbe total de esa percepción. Soy un extraño bucle, piensa la mente al examinarse a sí misma.
Es como ver una película, que nos transmite ideas, emociones y conocimiento, pero si la miramos muy «de cerca» no deja de ser nada más que una secuencia de ceros y unos que pasan a través del cable que llega al televisor donde está la app de Netflix. Si examináramos sólo los ceros y unos no aprenderíamos nada; el resto de los componentes tampoco nos dicen gran cosa sobre lo que realmente es y transmite la película, sobre su verdadera naturaleza.
Schoder lo compara, como hacía Hofstadter, con esas obras de M.C. Escher en las que, al estilo de la Cascada o Ascendiendo y descendiendo, cada pequeño paso es correcto (el agua gira, baja, gira, baja, gira, baja…) pero hay un último salto inexplicable en el que aunque baja de nuevo… acaba otra vez «arriba», en el punto inicial. En otras palabras –y cuidado que es un poco estremecedor– viene a decir esto: el «yo» se autoreconoce como consciencia, experiencias y algo real. Pero cuando se examina a sí mismo en detalle no ve nada más que símbolos almacenados en neuronas conectadas, compuestas de células, moléculas, átomos, partículas y efectos electromagnéticos cuánticos… ¿Eso soy «yo»? ¿Puedo con esos componentes tener consciencia de mí mismo?
El final del vídeo tiene un giro ligeramente sorprendente –que no desvelaré para dejar ahí la intriga– donde se habla un poco acerca de cómo esa desazón que puede quedarnos tras ese análisis de la consciencia y el yo puede aliviarse un poco. Y, personalmente, creo que no le falta razón en lo que dice.
Actualización – Me crucé de casualidad con este viejo meme del que desconozco el origen, pero que viene a describir la sensación que se queda después de leer todo esto.
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