Uno de los argumentos esgrimidos por aquellos que creen que el cambio climático no tiene nada o poco que ver con las actividades de los seres humanos es la teoría del científico danés Henrik Svensmark que relaciona los rayos cósmicos con la formación de nubes en la Tierra, teoría que es incluso recogida en el documental The Great Global Warming Swindle de Channel4.
En concreto, Svensmark mantiene que cuando el viento solar es débil un mayor número de rayos cósmicos, que normalmente son apartados de la Tierra por su propio campo magnético y por el citado viento solar, son capaces de penetrar hasta esta y favorecer la formación de nubes al crear más partículas cargadas en la atmósfera, lo que haría bajar la temperatura. Por contra, cuando la actividad solar es fuerte la mayor cantidad de viento solar que llega a la Tierra dificultaría la llegada de los rayos cósmicos, lo que a su vez daría lugar a la formación de menos nubes y a un aumento de la temperatura.
Pero un estudio de la Universidad de Lancaster recién publicado, Testing the proposed link between cosmic rays and cloud cover, ha puesto en duda esta hipótesis.
Por un lado, el equipo responsable del estudio, buscando corroborar la hipótesis de Svensmark, empezó a estudiar datos de lugares en los que se hubieran registrado niveles especialmente bajos o altos de rayos cósmicos y la formación de nubes en estos lugares, pero no encontraron relación alguna. Por otro, vieron que en un ciclo solar determinado había una pequeña correlación entre el nivel de rayos cósmicos y la formación de nubes, aunque esta correlación es demasiado baja como para explicar más de un cuarto en el cambio del nivel de nubosidad, pero en el siguiente ciclo de actividad esta correlación desaparecía por completo.
Para Svensmark lo que pasa es que el equipo de la Universidad de Lancaster no ha sabido entender los efectos de los rayos cósmicos en la formación de nubes y dice que buscaban efectos más fuertes de los que en realidad se producen, con lo que al no verlos simplemente asumieron que no existían.
Sin embargo, para Giles Harrison, de la Universidad de Reading, el trabajo llevado a cabo en la Universidad de Lancaster es importante porque pone un límite superior en el efecto que pueden tener los rayos cósmicos en la cubierta de nubes; su propio trabajo, realizado con datos acerca del Reino Unido, también sugiere el débil efecto que los rayos cósmicos tienen en la formación de nubes.
Finalmente, Mike Lockwood, del Rutherford-Appleton Laboratory en el Reino Unido, también pone en duda la hipótesis de Svensmark al observar que en los últimos veinte años la actividad solar ha venido reduciéndose, lo que debería haber traído consigo una bajada de las temperaturas de ser cierta esta hipótesis, mientras que en realidad está pasando lo contrario…
Así que parece que no va quedando mucho más remedio que asumir que el cambio climático tiene mucho que ver con nuestras actividades, aunque podamos tener una pequeña ayuda del Sol.
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