Como prácticamente cualquier otro avance médico, técnico o científico de la historia de la humanidad las vacunas han tenido detractores desde siempre.
En los últimos años estos basaban buena parte de su posición anti-vacunas en un estudio del doctor Andrew Wakefield publicado en The Lancet que que sugería -Wakefield no se atrevió a afirmar tajantemente que existiera- una relación entre la administración de la vacuna triple vírica (Sarampión, Paperas y Rubeola) y el desarrollo de autismo en niños a los que le había sido administrada.
Afortunadamente, y aunque con bastante retraso, a a principios del año pasado The Lancet anunciaba que retiraba el estudio en cuestión, publicado originalmente en 1998, porque había comprobado que varios elementos de este eran incorrectos.
Y poco después el Consejo General Médico del Reino Unido retiraba su licencia a Wakefield tras comprobar que había actuado de forma poco ética, en especial sometiendo a los niños que habían formado parte del estudio a pruebas probablemente innecesarias y sin permiso de sus padres.
Pero lo que se me había pasado, aunque sabía que ningún otro estudio había replicado los resultados del de Wakefield, es que una investigación del periodista Brian Deer publicada ya en 2009 tiraba por tierra todo el estudio y demostraba que era un fraude ya que, entre otras cosas Wakefield había alterado los datos de los pacientes para hacerlos encajar con los resultados que buscaba.
En concreto, sólo a uno de los 12 niños que participaron en el estudio -una cifra ya demasiado baja para empezar- se le diagnosticó autismo, en lugar de a los nueve que decía Wakefield.
Por otro lado, de los 12 niños en cuestión, a cinco ya se les habían diagnosticado problemas en su desarrollo antes de comenzar el estudio, mientras que Wakefield afirmaba que todos estaban sanos.
Además, esos niños fueron seleccionados de entre familias asociadas a grupos antivacunas, y la financiación del estudio provenía de un abogado que tenía como objetivo demandar a las farmacéuticas fabricantes de la vacuna.
El magnífico trabajo de Deer, que se puede leer en The MMR-autism fraud - our story so far, ha salido de nuevo a la luz estos días porque el BMJ (British Medical Journal) acaba de empezar a publicar una serie de artículos al respecto escritos por Deer, el primero de los cuales se puede leer en How the case against the MMR vaccine was fixed.
Parece indiscutible que Wakefield actuó de mala fe, quemado además por fracasos anteriores a la hora de intentar demostrar otras teorías suyas más o menos igual de descabelladas, pero este caso también saca a la luz lo relativamente fácil que es colar un supuesto estudio a una publicación de prestigio como The Lancet gracias a la confidencialidad de la información de los pacientes. De hecho, a Deer le llevó ni más ni menos que cinco años conseguir reunir todas las piezas de esta historia.
Lo que resulta increíble después de todo esto es que Wakefield sigue ejerciendo como médico sin mayor problema en los Estados Unidos.
Pero lo peor, es sin duda, que su fraudulento estudio ha contribuido al descenso en el número de vacunaciones, y eso mata.
(Vi el enlace a los artículos del BMJ en Amazings, pero investigando el tema me encontré el enlace al artículo original de Deer en Magonia. Foto: flu shot (cc) peapodsquadmom).