Este vídeo de la Harvard Medical School muestra un «experimento creativo» mediante el cual se puede ver a simple vista cómo las bacterias evolucionan y se vuelven resistentes a los antibióticos, algo que desde hace tiempo lleva convirtiéndose en un verdadero problema tanto para muchas personas a título particular como para la salud pública en general debido al abuso de antibióticos de las últimas décadas.
La placa de Petri gigantesca en la que se lleva a cabo la demostración mide 1,20 x 0,60 metros y está dividida en nueva bandas. En cada una de ellas cuales hay una sustancia a modo de medio de cultivo (un poliscárido llamado agar) que sirve de alimento a las bacterias.
La placa del experimento es «simétrico»: en las bandas exteriores no hay antibióticos, en las siguientes hay una unidad, en la siguiente hay 10 unidades, luego 100 unidades y finalmente 1.000 unidades en el centro. Esto hace que entre cada banda sea notablemente más difícil para las bacterias pasar de una a otra – algo que solo consiguen si se produce una mutación fortuita que las permite resistir las diversas dosis. Inicialmente una sola unidad de antibiótico resulta mortífera para las bacterias, pero eso no es problema cuando pueden reproducirse sin fin. Las bacterias que superan esa prueba lo transmiten a su descendencia.
Además de superar la prueba de los antibióticos las bacterias compiten unas contra otras por consumir el cultivo; tanto esto como las mutaciones fortuitas son un buen ejemplo de la selección natural y «la supervivencia del más apto» en acción.
Tal y como cuentan los científicos todo esto no es tan rápido como puede verse en el vídeo (donde convenientemente se emplea un cultivo con tinta negra y luz para iluminar las bacterias): la secuencia completa requirió casi dos semanas de grabación en time-lapse. «Adaptarse o morir» podría ser el título.
En el experimento se probó con dosis de antibiótico de entre 1 a 1.000 unidades, pero en otras pruebas han llegado a obtener bacterias capaces de resistir 100.000 veces la dosis inicial. También descubrieron que no siempre las bacterias más resistentes son las primeras en llegar a las siguientes fases: algunos grupos permanecen «escondidos» tras los que abren camino aunque luego demuestran ser más rápidos en llegar al siguiente paso.