Por @Alvy — 12 de mayo de 2012

Este clásico de la psicología del comportamiento, más conocido como el experimento de los marshmallows consiste en hacerle una proposición a un niño pequeño:

Aquí tienes una nube de azucar. Puedes comértela ahora o puedes esperar. Si resistes sin comértela, entonces te daré otra nube más dentro de un rato.

El experimento analiza el comportamiento de los niños cuando se les hace esta propuesta. A veces se les dice cuánto tiempo han de esperar, otras no. A veces se les deja elegir entre nubes de azucar, galletas u otros dulces que les gusten más.

Durante la espera algunos de ellos se zampan la nube de azucar nada más empezar el experimento; otros se tapan los ojos para resistir la tentación, algunos juegan con él pero sin comérselo; otros lo miran fíjamente e incluso patean por debajo de la mesa – enfrentados a un dilema que les pone evidentemente nerviosos. En total más o menos dos tercios sucumbían y se comían la nube de azucar, pero un tercio elegían la gratificación diferida y aguantaban lo suficiente como para recibir el premio.

Cuando se analizó a esos niños años después (originalmente tenían entre 4 y 6 años) se descubrieron cosas interesantes: los más impulsivos solían acabar siendo más incompetentes y sacar peores notas que los otros; los que tenían más autocontrol y capacidad de planificación para el futuro eran más aplicados y capaces en diversos órdenes de su vida cotidiana.

Aquí una versión con adultos que parece casi una dramatización:

Y no me digan que la presentación original del Profesor Zimbardo con toques retro no recuerda poderosamente al estilo Lost – o vicecersa.

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