Factura del remolque del Odissey
Cuando el 14 de abril de 1970 explotó un tanque de oxígeno número 2 del módulo de servicio del Apolo 13 los responsables de la misión tuvieron que improvisar un plan para traer de vuelta a sus tripulantes sanos y salvos en una nave seriamente dañada.
Parte de ese plan fue utilizar los recursos del módulo lunar tanto para dar soporte vital a los astronautas como para corregir la trayectoria de la nave, pues no estaba nada claro que el motor del módulo de servicio estuviera en condiciones de funcionar.
El módulo de servicio del Apolo 13 con la sección dañada por la explosión a la vista tras su separación del módulo de comando
Y así, el 17 de abril de 1970 Jim Lovell, Jack Swigert y Fred Haise amerizaban en el Pacífico Sur sanos y salvos.
Solucionado el problema con un final feliz, a algunos empleados de la Grumman Aerospace Corporation, fabricante del módulo lunar Aquarius, se les ocurrió facturar a la North American Rockwell, fabricante del módulo de comando Odissey, los servicios prestados.
La factura incluía conceptos 300.000 dólares por el remolque, a 1 dólar la milla, el alquiler de un vehículo de sustitución a 20 dólares el día y 8 centavos por milla, y 5 dólares por la recarga de la batería del Odissey, entre otros.
Eso sí, incluía también un descuento por pronto pago del 2 por ciento.
Aunque la factura era de broma en cuanto Lou Evans, el presidente de Grumman, se enteró de su existencia la firmó para que fuera enviada a Rockwell.
Rockwell, por su parte, siguió con la broma respondiéndole a Grumman que antes de haber presentado la factura en cuestión deberían haber recordado que todavía no le habían pagado nada a Rockwell por haber llevado cuatro de sus módulos hasta la Luna.
La gestión de la crisis del Apolo 13 fue probablemente uno de los mejores momentos de la NASA en su historia, y recordarla es una disculpa como cualquier otra para ver la película del mismo nombre, totalmente recomendable.