Las leyes de la física actuales parecen indicar que el negocio del turismo temporal no es una buena inversión.
– José L. F. Barbón, físico
Instituto de Física Teórica de Madrid
Desde luego no es tan fácil como ir a la tienda y comprar un condensador de fluzo, pero es difícil que un físico te diga que es absolutamente imposible construir una máquina del tiempo para viajar al pasado. Por eso esta exposición con la tradicional pizarra, tiza y líneas de espacio-tiempo de José Luis F. Barbón me ha parecido estupenda: porque a cada paso matiza «pero podría ser…», «hasta donde sabemos…», «pero también podría suceder…» complicando el asunto hasta el límite de lo que llama «especulación extrema». Pero todo con un lenguaje muy coloquial y fácil de entender.
El vídeo es una estupenda explicación del principio de localidad, que está absolutamente comprobado de forma experimental… pero sólo hasta escalas del orden de 10-17 cm, aunque se cree que podría ser igual de válido hasta la escala de Planck, hacia 10-33 cm. Pero podría ser que no.
Aprovechando lo que Einstein nos enseñó acerca de cómo la gravedad es equivalente a una curvatura del espacio-tiempo algo que podría suceder, aunque no hemos llegado nunca a verlo, es que se pudiera curvar tanto el espacio-tiempo que los conos de luz que representan el espacio-tiempo llegaran a darse la vuelta y entrar en bucle (como en El día de la marmota) lo cual sería poco interesante. Pero si se curvaran convenientemente formarían los conocidos agujeros de gusano, que el físico define como «una especie de oreja con forma de bucle» en la que entran partículas y salen partículas, pudiendo tomar luego caminos diferentes.
Nada está muy claro llegados a este punto, porque todo es altamente especulativo, pero hay todo tipo de problemas: desde las casi inevitables paradojas que se producirían (que para evitarlas requieren que la versión «antigua» de los viajeros hayan de percibir que ha llegado desde el futuro una «versión nueva» de sí mismos, lo cual ya resulta un poco paradójico) a los efectos multiplicadores que tendrían esos viajes hacia atrás en el tiempo, dando lugar a nuevas partículas duplicadas y por tanto a nueva energía que habría de compensarse con un tiempo de «energía negativa» que quedaría dentro del agujero de gusano.
Para colmo todo estaría lleno de ondas gravitatorias y otros productos de las interacciones entre las partículas antiguas y nuevas (que podrían entrar en bucle infinitas veces) y que muy probablemente se acumularían, generando un agujero negro y colapsando el agujero de gusano. No está nada claro cómo podría suceder nada de esto, porque depende de innumerables factores y de partículas que ni conocemos y de soluciones a ecuaciones que no está del todo claro que puedan ser realmente válidas. Tampoco se sabe a qué escala sería válido; desde luego no a la nuestra. Si acaso lo fuera probablemente sólo lo sería a escala de Planck en cuanto a tamaño y también cuanto a tiempo: 10−44 segundos, lo cual –como jocosamente decía el profesor– no sería muy práctico como viaje turístico, sinceramente.
Lo mejor de todo es que durante unos minutos se puede tanto dejar volar un poco la imaginación como aprender sobre algunos conceptos físicos importantes de forma muy divulgativa: la localidad, los conos de luz, la causalidad, el espacio-tiempo, los agujeros de gusano y sus efectos sobre las partículas elementales.