En New Scientist se habla de una nueva técnica que ha permitido que nazca un bebé con ADN de tres personas diferentes. Padre, madre y… donante. El objetivo era evitar que el bebé naciera con el síndrome de Leigh, un trastorno genético que ya había afectado a dos hijos previos de la pareja, que habían muerto por esa causa.
La noticia es bastante llamativa aunque no es tan novedosa; de hecho lo único novedoso es la técnica usada. Ya existían casos similares en los que se había planteado bebés de dos madres biológicas y en la Universidad de Newcastle consiguieron en 2008 el primer embrión de un padre y dos madres.
Normalmente para hacer esto y evitar los defectos genéticos de una madre se fecundarían los óvulos de las dos donantes con el esperma del padre para luego –antes de que comience la división celular– realizar una transferencia nuclear celular. Esta técnica consiste en tomar el núcleo del ovocito de la donante (que está sano) para reemplazar el de la madre, que se descarta. Esto se hace con varios embriones a ver si hay suerte y alguno se desarrolla con normalidad; de ser así se implanta en la madre y listo: nueve meses después nace un bebé sano.
Sin embargo por motivos religiosos (la pareja es musulmana y se opone a la destrucción de embriones) se empleó otra técnica: insertar el núcleo del ovocito de la madre en el ovocito de la donante para luego fertilizarlo con el esperma del padre. De ese modo –me imagino– lo que sobra no llega a ser considerado «embriones» (desde el punto de vista ético-reliogoso) sencillamente porque no están fertilizados. Aun así queda un 1% de genes potencialmente «peligrosos», pero son muy pocos como para llegar a ser un problema.
La historia tiene además un poco de culebrón por el tema religioso y por la intervención de diversos comités éticos aprobando unas técnicas y no otras según los países. Al parecer aunque la pareja (jordana) y la donante viven en el Reino Unido, donde la técnica usada es ilegal aunque la de transferencia nuclear celular está admitida. El caso es los padres y los médicos del New Hope Fertility Center tuvieron que irse a México, donde la legislación al respecto es más laxa, para llevar a cabo el proceso. El trabajo donde se explica este avance se publicará y presentará en el congreso de la American Society for Reproductive Medicine el mes que viene – pero el bebé ya está ahí.