Por @Wicho — 23 de octubre de 2017

Simplemente no puedo dejar de observar si pienso que uno nunca sabe cuando la naturaleza nos mostrará algo sorprendente.

– Hisako Koyama.

Hisako Koyama dibujando manchas solaresLa historia de Hisako Koyama es cuando menos sorprendente porque tenía todos los boletos para haber sido una abnegada mujer japonesa más y sin embargo se convirtió en una de las personas que más ha contribuido al estudio del Sol mediante las manchas solares en los últimos 400 años.

Nacida en Tokyo en 1916 tuvo la suerte de que su padre quisiera darle una educación, lo que era cuando menos raro en aquella época. Así que Hisako se graduó del equivalente al instituto en la década de los 30. Su padre también fomentó el interés que ella sentía por el cielo, y en 1944, segunda guerra mundial mediante o no, Hisako empezó a observar el Sol con un telescopio que le había regalado su padre.

Cuando tuvo listo su primer dibujo de lo que ella creía que eran manchas solares se lo envió al profesor Issei Yamamoto, presidente de la sección solar de la Asociación Astronómica Oriental quien le agradeció su observación y le confirmó que en efecto eran manchas solares.

Eso la animó a seguir con sus observaciones, que siguió haciendo hasta principios de los 90, aún después de haberse retirado. En total dejó unos 10.000 dibujos de manchas solares.

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Sin abandonar nunca sus observaciones del Sol como astrónoma aficionada Hisako trabajo durante 40 años en el Museo Nacional de Ciencia de Japón y tanto en el museo como en numerosas publicaciones contribuyó a popularizar la astronomía.

Sus colegas de la Asociación Astronómica Oriental siempre la tuvieron en gran estima y dieron muestras de admirar su trabajo, y de hecho a propuesta de S. Nakano, también miembro de la AAO, el asteroide 1951 AB se llama 3383 Koyama.

Pero sin duda el reconocimiento mayor es que sus miles de observaciones se han convertido en una parte fundamental de un proyecto que quiere normalizar las observaciones de manchas solares desde 1600 hasta principios de los 2000. Para ello los impulsores del proyecto buscan grupos de buenas observaciones hechas por una persona durante el mayor tiempo posible, ya que eso ayuda a establecer una especie de canon respecto al que normalizar las observaciones de otras personas. Y en el siglo XX la fuente principal han sido las ilustraciones de Hisako Koyama.

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Y todo esto gracias a un padre que quiso que su hija recibiera una educación y que la apoyó en su curiosidad a pesar de que los estándares de la época iban por otro lado, además de las palabras de ánimo de Issei Yamamoto.

Pero que fácil habría sido que ella nunca hubiera recibido ese apoyo, como pasa demasiado a menudo aún hoy en día cuando a las niñas y adolescentes se les desanima a seguir carreras relacionadas con la ciencia, tecnología, ingeniería o matemáticas.

(Vía PBS NewsHour).

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