El 12 de octubre de 2019 el telescopio espacial Hubble se pasó siete horas observando el cometa interestelar 2I/Borisov mientras estaba a una distancia de unos 420 millones de kilómetros de la Tierra. Al seguirlo para mantenerlo en su campo visual –se movía a unos 178.000 kilómetros por hora– las estrellas del fondo aparecen como líneas, igual que cuando se hace una foto barriendo con la cámara.
Descubierto a finales de agosto de 2019 por el astrónomo aficionado Gennadiy Borisov 2I/Borisov es el segundo visitante interestelar que detectamos. Igual que el primero, ʻOumuamua, no se quedará en nuestro sistema solar sino que a partir del 8 de diciembre, una vez que alcance su distancia mínima al Sol, su velocidad lo llevará a perderse de nuevo en el espacio interestelar.
2I/Borisov se comporta mucho más como un cometa, con una nube de polvo concentrada alrededor de un núcleo central, de lo que lo hizo 'Oumuamua, que era una roca inerte. Esa diferencia es algo que intriga a los científicos, aunque 'Oumuamua demostró ser bastante normalito. Por lo demás las observaciones iniciales indican que la composición de 2I/Borisov es muy similar a la de los cometas de nuestro sistema solar, lo que lleva a pensar que las condiciones de formación de sistemas solares son parecidas por el universo adelante. O por lo menos por nuestra esquina del universo.
Impresión artística de ’Oumuamua - ESO/M. Kornmesser
Hay más observaciones de 2I/Borisov planeadas para el Hubble, no vaya a ser que nos de una sorpresa, además de que es previsible que según se vaya acercando más al Sol le salga una cola. O más bien otras sorpresa más que la de aparecer tan pronto después de 'Oumuamua, lo que parece indicar que estos visitantes son frecuentes… por mucho que con una muestra de dos elementos tampoco podamos afirmar esto con rotundidad.
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