Ninguno de los intentos por comunicarse con la Progress M-27M llevados a cabo hoy han dado fruto, por lo que esta sigue dando tumbos en una órbita que la llevará a desintegrarse en la atmósfera en menos de una semana si no se consigue retomar el control, cosa que cada vez parece más complicada.
Ninguna de las agencias espaciales implicadas en el lanzamiento lo ha reconocido todavía, pero lo más probable es que haya que declarar la M-27M perdida.
No se sabe aún cual ha sido la causa de que la cápsula dejara de transmitir datos desde unos segundos antes de la separación de la tercera etapa del cohete que la puso en órbita ni por qué no responde a las órdenes que se le dan, ni por qué está dando tumbos desde que está en órbita, pero radares situados en tierra han detectado más de 40 fragmentos cerca de la M-27M, lo que podría indicar una colisión con la citada tercera etapa.
Quizás, se especula, se haya producido por un apagado incorrecto de los motores de esta, lo que le habría llevado a chocar con la Progress tras la separación, aunque insisto, no hay nada confirmado por ahora salvo la presencia de esos restos de basura espacial que no deberían estar ahí.
Ese choque sería el que habría dañado los sistemas de la Progress y el que habría provocado que vaya dando tumbos.
Otra posibilidad es que la separación no se haya producido correctamente y que este fallo haya provocado una o más explosiones que a su vez hayan causado daños en los sistemas de a bordo de la Progress y los restos que se observan en sus cercanías.
Otra posibilidad más es que se haya producido una explosión en el sistema de propulsión de la Progress propiamente dicha.
Pero sin comunicaciones con la cápsula, va a ser prácticamente imposible determinar lo que sucedió.
Sin comunicaciones con la cápsula tampoco será posible programar una reentrada controlada, así que habrá que esperar a que su órbita vaya decayendo para poder estimar cuando y donde se precipitará en la atmósfera.
Las reentradas se programan para que ocurran sobre zonas deshabitadas, habitualmente sobre el océano, para minimizar cualquier riesgo, pero aún así el altamente improbable que ninguna parte de la M-27M llegue a tierra.
Tampoco los tripulantes de la Estación Espacial Internacional están en peligro alguno con la pérdida de los suministros que llevaba a bordo la M-27M: ninguno es irreemplazable, y tienen a bordo más que suficientes para aguantar hasta la llegada de la próxima Dragon, prevista para el 13 de junio de 2015.