Después de más de dos años de retrasos la NASA por fin ha conseguido poner el órbita el satélite ICON el pasado 11 de octubre. Su nombre viene de Ionospheric Connection Explorer, Explorador de la Conexión Inonosférica; su misión es estudiar la zona en la que la atmósfera terrestre se encuentra con el espacio. Será la primera vez que estudiemos con detalle esa zona.
Durante los dos años que está previsto que esté en servicio medirá variaciones en las condiciones de la ionosfera, la capa mas alta de la atmósfera, en la que se generan las auroras. Las condiciones reinantes en ella pueden afectar el funcionamiento de servicios como el GPS, los satélites de comunicaciones e incluso las redes de distribución de electricidad. Tras una etapa de comprobación del funcionamiento de sus cuatro instrumentos se espera que ICON empiece su misión a finales de noviembre.
Impresión artística de ICON en órbita - NASA Goddard's Conceptual Image Lab/B. Monroe
La misión tenía que haber sido lanzada en junio de 2017 pero primero a los técnicos de Northrop Grumman se les cayó uno de los motores de combustible sólido del cohete Pegasus XL que lo iba a lanzar mientras lo preparaban para el lanzamiento. Luego hubo que revisar parte del mecanismo de separación de la cofia y que también se tenía que encargar de la separación del satélite de la segunda etapa del cohete. Y cuando en 2018 parecía que por fin se podría lanzar hubo que cancelar dos campañas de lanzamiento por problemas con los datos que transmitía el cohete sobre su timón de dirección.
El Pegasus XL es un cohete diseñado para cargas de hasta 375 kilos en órbita baja terrestre que tiene la peculiaridad de que se lanza desde el aire a una altitud de unos 12.000 metros, hasta dónde lo lleva su avión nodriza. Es un cohete que a estas alturas ya no es competitivo por precio en el mercado, aunque aún tiene una pequeña cuota de mercado para algunos lanzamientos que requieren unas órbitas muy específicas. De hecho el del ICON es el lanzamiento número 44 llevado a cabo por un cohetes de la familia Pegasus desde su entrada en servicio en abril de 1990.
De hecho el primer intento de lanzamiento del viernes tuvo que ser cancelado por un problema a la hora de recibir la telemetría del cohete a bordo del Stargazer, el avión que lo lanza. Aunque afortunadamente un reinicio de los sistemas permitió poner todo en orden para llevar a cabo el lanzamiento.
A Northrop Grumman ahora mismo le quedan dos Pegasus XL de rebote, pues los ha recuperado tras el cierre de Stratolaunch; no sería raro que fueran los últimos si encuentran clientes para ellos. Y cada vez lo va a tener más complicado con la entrada en servicio del LauncherOne de Virgin Orbit, para la que faltan pocos meses. Así que lo mismo se los comen con patatas.
Además tienen también el problema de que el Stargazer es el único avión de tu tipo –es un Lockheed L-1011 TriStar modificado– en servicio en el mundo, aunque para esto Northrop Grumman acaba de comprar un avión para usarlo como fuente de repuestos según vayan siendo necesarios.