Por @Wicho — 17 de febrero de 2016

Un cohete H-IIA lanzaba a las 8:45 GTM del 17 de febrero de 2016 el observatorio espacial Astro–H, que, como es costumbre de la JAXA, la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial, fue bautizado una vez en órbita.

Su nombre es Hitomi, que quiere decir ojo en japonés.

Hitomi en su configuración de lanzamiento
Hitomi en su configuración de lanzamiento – JAXA

El objetivo es estudiar los procesos que más energía producen en el universo, que se producen en las cercanías de los agujeros negros, estrellas de neutrones, supernovas y aquellas galaxias en las que hay plasma a temperaturas muy elevadas.

Para ello Hitomi está diseñado para ver el extremo más energético del espectro electromagnético, desde los rayos x blandos hasta los rayos gamma, pasando por los rayos x duros.

Espectro electromagnético
Espectro electromagnético – Wikipedia

Lo hace gracias a cuatro telescopios Wolter, que son unos telescopios especiales para rayos X, a través de los que miran un espectrómetro y una cámara de rayos X blandos (SXS y SXI), dos cámaras de rayos X duros (HXI), y dos detectores de rayos gamma (SGD).

Instrumentos de Hitomi
Instrumentos de Hitomi

Una curiosidad de Hitomi es que debido a la longitud de onda de los rayos x y gamma el plano en el que los telescopios los enfocan queda a unos 12 metros de su parte frontal, con lo que Hitomi, que mide seis metros en su configuración de lanzamiento, ha de desplegarse una vez en el espacio.

Necesita estar en el espacio porque como sucede con muchos otros tipos de radiaciones electromagnéticas que interesan a los astrónomos, la atmósfera de la Tierra las absorbe y nos protege de ellos, haciendo imposible estudiarlos desde nuestro planeta.

Las observaciones de Hitomi permitirán estudiar desde la estructura a gran escala del universo y su evolución al comportamiento de la materia en presencia de campos gravitacionales muy fuertes, las condiciones de los sitios donde se producen rayos cósmicos, y la materia oscura en grupos de galaxias. La duración de la misión está prevista en al menos tres años.

Colaboran en ella más de 70 instituciones de Japón, los Estados Unidos, Canadá y Europa.

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