La profesora Hanna Fry nos explica en este vídeo algunas cuestiones acerca de las matemáticas de las probabilidades de los sucesos improbables, concretamente eventos como sufrir ataques terroristas, que-te-caiga-un-rayo-encima o que te muerda un tiburón. El trabajo completo que publicó y al que hace referencia es Spatio-temporal patterns of IED usage by the Provisional Irish Republican Army [PDF]. TL;DR: los eventos improbables como estos no suelen «venir solos» y hay ciertas formas de calcular cómo se comportan, sus patrones y riesgos.
La forma matemática de analizarlo tiene como clave a la distribución de Poisson, una forma de distribución de probabilidad que expresa la probabilidad de que ocurra un determinado número de eventos «raros» o «de baja probabilidad» durante cierto período de tiempo. Esto incluye cuestiones como los terremotos, las plagas de insectos o roedores en un viejo edificio o los ataques terroristas, entre otros.
Lo que viene a decir es que en la mayor parte de los casos hay eventos que es más probable que sucedan tras haber sucedido antes, por ejemplo una réplica de terremoto tras un gran terremoto o un robo de coches en un vecindario vandalizado en el que han aumentado los robos los días anteriores. Esto tiene sentido con algunos ejemplos comunes: es probable que si hay una banda de ladrones en el barrio los robos se produzcan durante varios días, o que si es época de tormentas caigan más rayos de lo habitual en la misma zona.
En España, por ejemplo, es mucho más probable morir por un accidente doméstico (1 entre 150) o de avión (1 entre 5000) que en un atentado terrorista (1 entre 120 000). (Hay más datos en la Fundación Mapfre y Reason.com.) Esto puede variar bastante de un país a otro, por épocas o por otras muchas razones – no es una ciencia exacta. Mi ejemplo favorito: se puede llegar a calcular la probabilidad de que tu avión en concreto se estrelle en base al tipo de avión, aerolínea, destino… Recordatorio: pero sea cual sea, es más probable morir en el coche de camino al aeropuerto.
Ya sean accidentes de avión, terrorismo o terremotos estas fórmulas ayudan a predecir la probabilidad de que sucedan ciertos eventos, o al menos a entender por qué se producen más (o más juntos) en unas ocasiones que en otras. De hecho Hanna Fry explica cómo apoyándose en esos cálculos puede llegar a ser práctico desplegar cuerpos de policía para cubrir ciertos eventos o zonas de las ciudades en las que estén sucediendo «cosas improbables» por su riesgo de que vuelvan a producirse de nuevo.
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