La fusión nuclear se considera una forma de generación de energía limpia, inagotable y segura. Por desgracia no es fácil domeñarla y que sea práctica: todavía se gasta en generarla más energía de la que se produce (mal negocio) y es algo que tan solo se produce en la naturaleza en el interior de las estrellas, como nuestro Sol (bueno: y en el Mr. Fusion de Regreso al futuro, y en experimentos caseros, fiascos varios, etcétera.)
Para producir la fusión nuclear se emplea un reactor nuclear, en el que a altísimas presión y temperatura el hidrógeno (deuterio) se convierte en helio partiendo de un estado llamado «plasma» que no es ni gaseoso, ni líquido ni sólido. Esto tiene diversas complicaciones, pero la principal es que si no se obtiene un balance de energía positivo de nada sirve: no se puede emplear la energía generada para realimentar el reactor; al cabo de un rato hay que apagar el reactor – o las ciudades colindantes.
Los científicos están especialmente desorientados por los problemas de las turbulencias que se producen en el interior de estos reactores debido a la gran presión y alta temperatura, y los modelos generados por ordenador no terminan de resolver el problema. Es un poco terra incognita.
Pero tal y como cuentan en MIT News (New finding may explain heat loss in fusion reactors) gracias a experimentos del Instituto de Tecnología de Massachusetts han detectado que lo que parece suceder es que se generan dos turbulencias y que además las hay a diferentes escalas: una a la de los electrones y otra a la de los iones (60 veces mayor).
Estos resultados parecen ser algo «contrarios a lo que diría la intuición» así que se están examinando los datos y las simulaciones de nuevo para ver qué está sucediendo y cómo superar ese obstáculo. El vídeo que han publicado es una buena forma de entender la situación y ver cómo se trabaja con estos reactores.
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