La prueba es sencilla: capturar al vuelo un billete o una regla de madera según se deja caer entre los dedos por efecto de la gravedad. Básicamente mide el tiempo de reacción, pero tal y como explican los entendidos del Gazzay Lab, hay cierta relación entre eso y lo tontos que somos - entendida esa relación un poco como «idea general».
Ya sabíamos que vivimos unos 0,5 segundos en el pasado, debido al tiempo que necesitan nuestros sentidos para percibir el mundo exterior, enviar las señales y que el cerebro lo procese. Y justamente ese tiempo es algo más de lo que tarda en caer un billete o, en el experimento con la regla métrica, lo que comienza medirse según la vemos caer.
Nuestros cerebros son más bien como el plástico, no como el cemento.
Y esto es así porque se trata de una habilidad que también se puede entrenar -o se puede ir perdiendo- con el paso del tiempo.