Por @Alvy — 16 de junio de 2008

Antonio nos escribió para contarnos que el otro día con motivo del partido de fútbol de la selección España hicieron la tradicional «porra» de apuestas entre los amigos. Pero llevaron el juego a un nuevo metanivel:

Hicimos la tradicional porra, pero luego se nos ocurrió una idea no tradicional e hicimos otra porra, apostando por quién ganaría la porra. Después pensamos en hacer otra tercerra porra apostando por quién ganaría la segunda porra. Esa ya no la hicimos, pero la idea de hacer apuestas encadenadas de esta forma me pareció atractiva, y seguramente, si se estudia a fondo, se podrían sacar conclusiones bastante interesantes.

Esta situación recuerda vagamente al clásico problema denominado Concurso de Belleza Keynesiano que se estudia en matemáticas y economía. Procede de la obra General Theory of Employment Interest and Money (1936) y también tiene sus aplicaciones en el campo de las subastas, concursos públicos y los mercados de valores.

La historia original era que un periódico de Londres pidió a los lectores que eligieran a las más bellas seis mujeres de entre cien concursantes. El premio sería para quienes eligieran a las que resultaran más bellas, según la elección de las demás. Pero esos matices de las reglas cambiaban el problema, desde el punto de vista estratégico, respecto a un concurso normal y corriente donde un jurado elige la más bella.

Los concursantes podían optar entre elegir lo que realmente opinaban o bien elegir a las que creían que serían elegidas por los demás concursantes.

Llevado a otro meta-nivel, también alguien podría elegir a las que cree que serían elegidas entre todos los que elijan a las que creen que elegirán las demás, y así sucesivamente.

En el caso de la meta-porra de fútbol, la situación es ligeramente diferente pues las apuestas originales sobre qué equipo ganará no influyen sobre el propio resultado del partido. Pero bien se podría hacer una porra sobre quién ganará una porra (de cualquier tipo) en el que el ganador es el que más apuestas recibe a su favor – aunque paradójicamente podría esa persona sino que la ganarían los que apostaran por él (!)

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