Los cálculos más recientes de la Agencia Espacial Europea estiman que el meteorito que cayó sobre Cheliábinsk el 15 de febrero tenía una masa de entre 7.000 y 10.000 toneladas y un diámetro de unos 17 metros, y que estalló en la atmósfera a una altura de entre 20 y 15 kilómetros, liberando una energía de 500 kilotones, 30 veces la potencia de la bomba atómica de Hiroshima.
Pero sin embargo no fue el meteorito en si el que causó centenares de heridos y daños por valor de varios millones de euros, sino la onda expansiva del estallido, cuya llegada y primeros efectos se pueden ver en este vídeo.
Me parecen especialmente impresionantes las imágenes sobre el segundo 45, cuando falta poco para que aun tipo le caigan encima un par de paneles de vidrio, y las que se ven al minuto y diez segundos, en las que el portón de un almacén es arrancado de cuajo por la potencia de la onda expansiva.
Y con todo tuvimos mucha suerte, ya que el meteorito entró en la atmósfera con un ángulo muy plano, de unos 20 grados, y a unos 18 kilómetros por segundo. Los efectos habrían sido bastante peores de haber entrado de forma más vertical, y no podemos hacer nada para protegernos.
Aún así, ha sido el impacto más importante desde el de Tunguska de 1908.
(El vídeo vía @BadAstronomer).