Cuando se diseñó la misión de la Phoenix Mars Lander sus responsables ya sabían que por muy bien que funcionara la sonda la misión tenía los días contados, a diferencia, por ejemplo, de Spirit y Opportunity, que aunque estaban diseñados para durar noventa días aún siguen correteando por Marte más de seis años después de llegar allí.
Concepción artística de la sonda posándose en Marte - Corby Waste/Jet Propulsion Laboratory/NASA
En el caso de la Phoenix el problema residía en que al haber escogido un punto de aterrizaje muy próximo al polo norte marciano la llegada del invierno haría que inevitablemente la sonda fuera recibiendo cada vez menos luz del Sol y que dejara de funcionar, quedando además luego cubierta por hielo.
De hecho, el pasado 10 de noviembre de 2008, y tras haber durado dos meses más de los previsto en su diseño, el equipo de la misión quiso representar la pérdida de comunicaciones con la sonda mediante un mensaje de despedida en la cuenta de Twitter de esta:
«Triunfo <3» (en binario y en inglés)
Pero existe una posibilidad, pequeña pero no desdeñable, de que la sonda haya podido sobrevivir este año y pico cubierta de hielo por el invierno marciano y que con el deshielo pueda volver a ponerse en funcionamiento, por lo que su ordenador de a bordo tiene programado una especie de «modo lázaro».
Si los sistemas siguen funcionando -y es algo extremadamente difícil porque este invierno marciano ha sido muy duro y es más que posible que los cables se hayan roto a causa del frío extremo- una vez que los paneles solares de la sonda generen la suficiente cantidad de electricidad esta intentará ponerse en contacto con cualquiera de las sondas en órbita alrededor de Marte con las que se puede comunicar, para lo que utilizará alternativamente cada una de sus radios en cada una de sus antenas.
Por ello, a partir de hoy y durante tres días en los que pasará unas diez veces cada día sobre el sitio de aterrizaje de la Phoenix, y teniendo en cuenta que en el hemisferio norte de Marte ya es primavera, la sonda Mars Odyssey intentará escuchar las señales de la Phoenix.
Si no hay éxito, lo intentará de nuevo en febrero y marzo, y de hecho la NASA piensa seguir haciéndolo hasta que el Sol esté sobre el horizonte las 24,7 horas de duración del día marciano en la latitud en la que se encuentra la Phoenix. e incluso se enviarán señales desde la Odyssey para intentar «despertar» a la Phoenix.
En caso de que esta responda, habrá que ver si se pueden mantener las comunicaciones y si está en condiciones de seguir las órdenes que se le transmitan desde Tierra, ver qué instrumentos siguen funcionando, y en base a eso diseñar un posible programa de actividades científicas.
Como suele decirse, el «no» ya lo tienen, y si suena la flauta, pues a aprovechar ese hardware que ya está allí.
(Vía Universe Today).
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