Por @Wicho — 2 de diciembre de 2010

Hace tiempo que sabemos que los puntos de luz que vemos en el cielo son otras estrellas como nuestro Sol o, en muchos casos, galaxias como nuestra Vía Láctea en las que hay miles de millones de estrellas.

De hecho, un estudio del Harvard-Smithsonian Center for Astrophysics recién publicado dice que las galaxias elípticas, que son las más grandes, podrían tener bastantes más estrellas de las que se pensaba hasta ahora, y que el número total de estrellas en el universo podría ser tres veces superior a lo que pensábamos hasta ahora, tal y como se puede leer en The Universe Does Think Small.

Sean acertadas las conclusiones de este estudio o no, lo cierto es que el saber que hay un número ingente de estrellas en el universo hace tiempo que llevó a los astrónomos a suponer que existen planetas más allá de nuestro sistema solar y que no tiene porque se excepcional que esto suceda; ya en el siglo XVI Giordano Bruno defendía esta idea.

Y lo cierto es que desde 1992 los astrónomos han conseguido detectar ya más de 500 de estos planetas extrasolares, con varios cientos de candidatos más pendientes de ser confirmados.

Por todo esto, la actitud normal al hablar del universo debería ser asumir que nuestra esquinita de este no tiene nada de especial, y que lo que vemos no tiene porque ser lo normal ni tan siquiera único.

Por eso mismo siempre que hablo de la posibilidad de existencia de vida más allá de la Tierra añado la coletilla «tal y como la conocemos» porque los parámetros de búsqueda que usamos habitualmente son los que se aplican a los seres vivos que conocemos.

Pero incluso sin haber encontrado hasta ahora vida fuera de la Tierra esos parámetros han tenido que ser ampliados con el descubrimiento de los extremófilos, unos organismos capaces de vivir en condiciones extremas, muy diferentes a aquellas en las que vivimos el resto de los seres vivos de la Tierra y que de hecho en muchos casos nos matarían de vernos expuestos a ellas.

Y precisamente de extremófilos va el gran anuncio de la NASA de hoy. Al parecer un grupo de científicos de la Universidad de Arizona han sido capaces de «entrenar» unas bacterias conocidas como GFAJ-1 que encontraron en un lago de California para que utilicen arsénico en lugar de fósforo en sus procesos vitales, como cuentan en Astrobiologists: Deadly arsenic breathes life into organisms

Imagen de microscopio electrónico de barrido de la GFAJ-1 - Science / AAAS
Imagen de microscopio electrónico de barrido de la GFAJ-1 - Science / AAAS

El arsénico, que es químicamente similar al fósforo, es normalmente venenoso porque es capaz de tomar el lugar de este en las moléculas orgánicas y liarlo todo, pero en el caso de estas bacterias, y siempre según el estudio, ha sido incorporado por estas en su bioquímica celular, e incluso en su ADN.

Esto habría sido posible porque en el entorno natural de estas ya hay muy poco fósforo y una concentración elevada de arsénico, con lo que en cierta medida están acostumbradas a este, con lo que los autores del estudio lo que hicieron fue ir bajando la concentración de fósforo hasta que las bacterias se vieron obligadas a empezar a usar el arsénico.

Naturalmente ya hay montada una cierta polémica al respecto, y no todo el mundo está aceptando los resultados, pero en cualquier caso, desde el punto de vista de la NASA lo están vendiendo desde el punto de vista de que si esto ha pasado en un laboratorio también podría ocurrir de forma natural en algún sitio del universo.

No soy biólogo, así que a lo mejor se me escapa la verdadera importancia de este estudio, pero con subir sólo un poquito el potenciómetro del cinismo me puedo imaginar perfectamente a la NASA anunciando que ha encontrado uno de los posibles indicadores de vida (y nótese el énfasis en posibles) cada vez que analice la atmósfera o la composición de un astro y encuentre arsénico, lo que le servirá, por supuesto, para ganarse unos cuantos titulares, lo que para una organización que depende de la financiación pública y de la voluntad de los políticos no está nunca de más.

Pero cabe preguntarse si esta espectacularización de la ciencia que hace a veces la agencia no está un poco fuera de lugar, y en especial en esta ocasión, en la que han querido vender este resultado como algo, en mi opinión, mucho más espectacular, de lo que en realidad es.

Hay una canción de 1987 titulada Star Trekkin' que es una parodia de Star Trek en la que el señor Spock le dice al capitán Kirk una y otra vez «es vida, Jim, pero no como la conocemos».

Y si en esa canción esa idea ya está recogida, creo que no hace falta en que nos insistan en ella, y menos sin pruebas fehacientes de ello; parece que ya estamos bastante convencidos de ello.

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