Las ruedas de reacción del Kepler son los cilindros negros que se ven en la imagen; funcionan como giróscopos - Ball Aerospace
Cuando en mayo de 2013 falló la segunda de las ruedas de reacción que permitían mantenerlo estable en el espacio, y tras los pertinentes intentos para recuperarlo, la NASA decidió poner fin a la misión del telescopio espacial Kepler en agosto, pues en esas condiciones no era capaz de apuntar con la precisión necesaria al segmento del cielo que estaba diseñado para estudiar a la caza de planetas extrasolares.
Pero sin embargo el personal de la misión no se rindió y le propuso a la NASA una segunda misión para Kepler, conocida como K2 o Second Light, Segunda Luz.
La idea era usar las dos ruedas de reacción que le quedan y combinarlas con la presión de los fotones de la luz del Sol para mantenerlo estable, usando la luz del Sol como una especie de tercera rueda de reacción.
En mayo de 2014, una vez comprobado que el método funcionaba, la NASA aprobó la financiación necesaria para que el Kepler desarrolle esta misión hasta 2016, misión que arrancaba el pasado 1 de junio.
Eso sí, en este modo de funcionamiento tiene menos precisión, unas 15 veces menos que antes, por lo que no podrá detectar planetas extrasolares tan pequeños, así que también será usado para estudiar explosiones de supernovas, estrellas en formación, e incluso asteroides y cometas del sistema solar.
Otra diferencia es que en lugar de apuntar siempre al mismo lugar Kepler tendrá que ir cambiando de objetivo a lo largo del año para evitar tanto que la luz del Sol entre en el telescopio como que se desestabilice al cambiar su posición relativa a este.
Esto ocurrirá aproximadamente cada 83 días, con lo que Kepler dispondrá de unos 4 periodos y medio de observaciones al año.
En cualquier caso, todo un logro por parte de los técnicos de la misión, que pensando de forma innovadora han conseguido poder seguir utilizando el Kepler durante algunos años más.
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