El brazo robot en acción – NASA/Chris Gunn
Usando un brazo robot capaz de moverlos con la precisión necesaria de fracciones de milímetro los técnicos del Centro Espacial Goddard de la NASA acaban de terminar la instalación de los 18 espejos que forman el espejo primario del telescopio espacial James Webb, tal y como se puede leer en NASA's James Webb Space Telescope Primary Mirror Fully Assembled.
Los 18 espejos – NASA/Chris Gunn
Fabricados en berilio y cubiertos con una capa de oro, cada uno de ellos mide 1,3 metros de ancho y pesa 40 kilos; una vez desplegados –el James Webb será lanzado plegado dentro de un Ariane 5– serán equivalentes a un espejo de 6,5 metros de diámetro.
El espejo del JWST comparado con el del Hubble y una persona humana – Bobarino en Wikipedia
Queda aún instalar el resto del sistema óptico y el espejo secundario en lo que al telescopio propiamente dicho se refiere, pero es un paso importante de cara al lanzamiento de este telescopio, retrasado y pasado de presupuesto.
Modelo a tamaño real del JWST – NASA
Se suele hablar del JWST como sustituto del telescopio espacial Hubble, aunque en realidad el Webb está diseñado para trabajar principalmente en el infrarrojo; de ahí el recubrimiento de oro de sus espejos. En este sentido es más parecido a otro telescopio espacial de la agencia bastante menos conocido, el Spitzer
Eso sí, el Webb será mucho más sensible que el Spitzer y que cualquiera de los instrumentos del Hubble; su espejo será el más grande jamás puesto en el espacio.
La utilidad que tiene observar en el infrarrojo es que permite ver a través de las nubes de polvo y gas que bloquean gran parte de la luz visible y que están presentes en numerosos lugares del universo. Además, la mayoría de los objetos del universo, con la excepción de las estrellas, emiten principalmente en el infrarrojo, por lo que en esa parte del espectro hay más cosas que ver. Finalmente, el infrarrojo es también más adecuado para ver los objetos más distantes del universo porque la luz que emiten, debido a las enormes distancias que ha tenido que recorrer antes de llegar a nosotros, está desplazada al infrarrojo.
Si no hay más retrasos, será lanzado en octubre de 2018 rumbo al punto de Langrange L2, un punto a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra en dirección opuesta al Sol, un lugar en el que apenas es necesario gastar combustible para mantener la posición y en el que además la Tierra y la Luna cubren parcialmente el Sol, con lo que ayudarán a mantener frío el telescopio, algo fundamental para poder observar los objetos más débiles y lejanos cuya radiación se vería de otra forma tapada por la de fuentes de calor más cercanas.
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