Desde hace bastante años años los astrónomos piensan que podría existir agua helada en los cráteres de los polos de Mercurio en los que nunca da la luz del Sol.
Esta idea se vio reforzada en 1991 cuando tras enviar señales de radar hacia el planeta desde el radiotelescopio de Arecibo con el objeto de realizar un mapa de su superficie se encontraron con que algunas zonas próximas al polo norte reflejaban muy bien la señal de radar, de una forma que es compatible con la presencia de hielo, que actúa como un magnífico reflector de este tipo de señales.
Pero el que hubiera hielo era solo una posibilidad.
Esta posibilidad, de todos modos, ha ganado muchos enteros de convertirse en una certeza gracias a nuevos datos obtenidos por la sonda MESSENGER de la NASA, que lleva en órbita alrededor de Mercurio desde marzo de 2011: MESSENGER Finds New Evidence for Water Ice at Mercury's Poles.
Y además tiene toda la pinta de que es agua helada y no otro tipo de hielo.
Por una parte el espectrómetro de neutrones de la MESSENGER ha detectado un perfil de absorción de neutrones que se corresponde con la presencia de acumulaciones de hidrógeno –el agua es hidrógeno y oxígeno– en ciertos lugares de Mercurio.
Estos lugares se corresponden tanto con los lugares que reflejaban las ondas de radar emitidas desde la Tierra como con los cráteres que ha ido localizando el altímetro radar de la MESSENGER.
Además, también coinciden con las zonas del planeta más frías, donde podría haber hielo sin fundirse, ya sea el fondo de cráteres en el polo o la parte de estos que apunta hacia el norte en los que están más lejos del polo.
En rojo las zonas que están en sombra permanentemente, en amarillo las señales de radar de Arecibo - NASA/Johns Hopkins University Applied Physics Laboratory/Carnegie Institution of Washington/National Astronomy and Ionosphere Center, Arecibo Observatory
Estos depósitos de hielo parecen estar enterrados unas decenas de centímetros bajo la superficie, y pueden ir de medio metro hasta 20 metros de grosor, así que se calcula que puede haber entre 100.000 millones y 1 billón de toneladas de hielo en Mercurio.
Si a estas alturas te estás preguntando cómo es posible que exista hielo en el planeta más caliente del sistema solar, resulta que Mercurio no es el planeta más caliente del sistema solar, sino que este puesto lo ocupa Venus, cuya atmósfera sometida a un efecto invernadero desenfrenado le permite ocupar este primer puesto.
De hecho, en el ecuador de Mercurio se pueden alcanzar temperaturas máximas de unos 427 grados centígrados al Sol, y unas mínimas de unos 173 bajo cero por la noche; en los polos las máximas pueden rondar los 107 y las mínimas unos 193 bajo cero.
Además, dado que Mercurio carece de atmósfera que pueda redistribuir el calor el fondo de los cráteres más profundos próximos a los polos, en cuyo interior nunca da la luz del Sol, permanece sin ningún tipo de problema a temperaturas inferiores a los cero grados.
Las imágenes tomadas por la MESSENGER sugieren también que los depósitos de hielo están cubiertos de algún tipo de material orgánico, lo que apunta muy fuertemente a que el origen del agua de Mercurio –y puede que de muchos otros cuerpos del sistema solar– esté en el impacto cometas sobre el planeta.