Por Nacho Palou — 2 de junio de 2009

Agujero de la capa de ozono (1979 - 2008)
El agujero en la capa de ozono sobre la Ántartida entre 1979 y 2008; la secuencia completa año a año puede verse en Antarctic Ozone Hole.

El Ozone Processing Team de la NASA lleva desde los años ochenta del siglo pasado vigilando la capa de Ozono, después de que en los primeros años de aquel decenio se comenzase a detectar una disminución en la concentración de este gas en la estratosfera sobre la Antártida.

Aunque la concentración de ozono a baja altura es nociva, en las capas altas de la atmósfera es esencial, ya que su presencia filtra el paso de la luz ultravioleta (UV) procedente del Sol, la cual daña el ADN de plantas y animales, personas incluidas, y es el principal factor al que se le atribuyen los crecientes casos de cáncer de piel.

Fue el investigador mexicano Mario J. Molina-Pasquel (co-receptor del Premio Nobel de Química en 1995) quien descubrió que esta disminución en la presencia de ozono en aquella región estaba causada por la acumulación de clorofluorocarbono (CFC) en la atmósfera,

Debido a su alta estabilidad físico-química y su nula toxicidad han sido muy usados como líquidos refrigerantes, agentes extintores y propelentes para aerosoles. Fueron introducidos a principios de la década de los años 1930 por ingenieros de General Motors, para sustituir a materiales peligrosos como el dióxido de azufre y el amoníaco.

Sin embargo, una vez los CFC alcanzaban las capas altas de la atmósfera donde se encuentra el ozono beneficioso se produce una reacción fotoquímica inducida por la luz del Sol, y que supone la destrucción de las moléculas de ozono.

Aunque se utiliza la metáfora del agujero, en realidad éxte no es tal, sino que se trata de una zona en la que la concentración de este gas está por debajo del registro histórico global de 220 Unidades Dobson, que es el modo en el que se mide (y se expresa) la presencia de ozono en la estratosfera, la capa de la atmósfera que comienza y se extiende entre los 8 o 10 km y hasta los 50 km de altitud, dependiendo de la latitud.

La evolución de de la presencia de ozono a lo largo de los años puede verse en la secuencia de 30 años disponible en Antarctic Ozone Hole.

La serie comienza en 1979. En aquel año la medida mínima observada fue de 194 Unidades Dobson (UD), sólo un poco por debajo de la medida histórica [220 UD]. Durante algunos años las concentraciones mínimas estuvieron en torno a los 190 UD, pero al inicio de 1983 los mínimos empezaron a caer rápidamente: 173 UD en 1982, 154 en 1983, 124 en 1985. En 1991 se rompió la barrera de las 100 UD por primera vez, medida que desde entonces ha sido habitual. La mayor reducción se registró en 1994, cuando las concentraciones cayeron a apenas 73 UD, el 30 de septiembre.

Una vez descubierta la causa principal para esta reducción, el Protocolo de Montreal de 1987 prohibió el uso general del CFC y se estableció para controlar la producción de sustancias que pudieran dañarla. La firma de este acuerdo reconocía la escala de magnitud con la que el hombre puede influir en el equilibrio del planeta.

Actualmente, aunque "el agujero en la capa de ozono sobre la Antártida parece extenderse, la capa de ozono que rodea el resto del planeta parece estar mejorando. Durante los últimos 9 años, el ozono en todo el mundo ha permanecido más o menos constante, deteniendo el descenso detectado por primera vez en los años 80." Se espera que la zona del agujero sobre la Ántartida recupere niveles de concentración de ozono similares a las de principios de los año ochenta para mediados de este siglo, aunque también se especula con que la emisión de otros gases y el calentamiento global retarden la recuperación global de la capa "a no antes de un siglo."

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