Los cañones ecuatoriales de Caronte – NASA/JHUAPL/SwRI
Una de las cosas más evidentes que se puede ver en las fotos de Caronte, la luna más grande de Plutón, que ha enviado la sonda New Horizons de la NASA es que su superficie está cubierta de fracturas a lo largo de su ecuador, algunas de más de 6,5 kilómetros de profundidad.
Las medidas del tamaño y la forma de estas fracturas sugieren a los científicos que en el pasado remoto Caronte pudo tener un océano subterráneo que al principio se mantuvo líquido gracias al calor restante del proceso de formación de la luna y por el calor que emitían los elementos radioactivos que pudiera haber en su interior.
Pero agotadas esas fuentes de calor el océano de Caronte se habría congelado, pasando a ocupar un mayor volumen, haciendo reventar, literalmente, su corteza, en un proceso similar al que sufre una lata de refresco que te olvidas en el congelador.
Olvidada en un congelador, esta lata de refresco «se hizo un Caronte»
Estas imágenes parecen confirmar lo que decía el estudio The interior and orbital evolution of Charon as preserved in its geologic record, publicado en 2014, un año antes de que la New Horizons pasara por Plutón y sus sistema, que ya apuntaba a que Caronte podía haber tenido un océano subterráneo que ahora estaría congelado; la forma y orientación de las fracturas de su superficie encajan con lo previsto en los modelos manejados por el estudio.
Caronte se une así al conjunto de satélites del sistema solar que tienen o han tenido un océano bajo su superficie como Europa, Encélado, Ganímedes o Calisto, aunque en esto aún se mantienen líquidos.
Siempre hemos pensado que para encontrar vida tenemos que seguir el agua, y ya sin salir de nuestro sistema solar hemos encontrado muchos mundos que la contienen o la han contenido; quien sabe cuantos más así habrá repartidos por el universo.