Por @Wicho — 22 de enero de 2018

Impresión artística de ’Oumuamua - ESO/M. Kornmesser

’Oumuamua, el primer visitante interestelar en pasar por nuestro sistema solar del que tenemos constancia, resultó tener una forma bastante peculiar. Según Karen Meech, del Instituto de Astronomía, Hawái, EE.UU., que dirigió un equipo que lo observó con varios telescopios:

Oumuamua varía muchísimo su brillo, en un factor de diez, a medida que gira sobre su eje cada 7,3 horas. Esta gran variación en brillo, poco común, significa que el objeto es muy alargado: su longitud es unas diez veces mayor que su anchura, con una forma compleja y enrevesada. También descubrimos que tiene un color rojo oscuro, similar a los objetos del Sistema Solar exterior, y confirmamos que es totalmente inerte, sin el menor atisbo de polvo alrededor de él.

Pero los resultados obtenidos tras estudiar su composición con el Telescopio William Herschel dejan claro que no es más –ni menos– que un pedazo de roca alargada que lleva milenios recorriendo el espacio y que nos hizo una breve visita. Según el profesor Alan Fitzsimmons, miembro del equipo:

Hemos descubierto que la superficie de 'Oumuamua es similar a la de los pequeños cuerpos del sistema solar que están cubiertos de hielos ricos en carbono, cuya estructura es modificada por la exposición a los rayos cósmicos. También hemos visto que un recubrimiento de medio metro de grosor de material rico en materia orgánica podría haber protegido el interior rico en hielo de agua similar el del un cometa contra la evaporación cuando el objeto fue calentado por el Sol, a pesar de que alcanzó más de 300 grados centígrados.

Esto sugiere además que aún en otros confines del universo el proceso de formación de sistemas solares y planetas es similar al nuestro.

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