Una de las cosas más sorprendentes que dicen la física cuántica –y no son pocas– es que dos partículas entrelazadas son capaces de «comunicarse» entre ellas de tal forma que cuando realizamos mediciones sobre una de ellas la otra es capaz de dar el mismo resultado si se hace esa misma medición. Según la física cuántica esto sucede aún si estas partículas están separadas por cientos o miles de kilómetros de distancia.
Otra de las cosas «raras» que dice la física cuántica es que estas partículas no adquieren propiedades definidas hasta que decidimos medirlas.
Estas dos cosas le sonaban a chino a Einstein, quien desde que fueron formuladas buscó la forma de probar que no son ciertas, aunque no pudo hacer tal cosa.
De hecho en 1935, junto con Boris Podolsky y Nathan Rosen, propuso la paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen, que es más bien una crítica en la que decían que estas dos cosas son imposibles y que la física cuántica tiene que ser una teoría incompleta.
John Bell, por su parte, formuló en 1964 esas objeciones como las desigualdades de Bell, de tal forma que se pueden someter a experimentos para comprobar si es verdad que dos partículas entrelazadas se comunican instantáneamente.
Pero llevar a cabo estos experimentos es complicado y al principio daban resultados poco concluyentes, aunque en 2015 experimentos llevados a cabo en la Universidad Técnica de Delft (Países Bajos), IQOQI Viena (Austria), y el NIST en Boulder (EE.UU.) dieron resultados que apuntan claramente a que en efecto dos partículas entrelazadas se comunican al instante.
El BIG Bell Test de 2016 quiere llevar estos experimentos un paso más allá, y aquí es donde entra cualquier persona que quiera participar en ellos: lo único que hay que hacer es ponerse a generar cadenas aleatorias de ceros y unos el día 30 de noviembre de 2016 usando el interfaz que los científicos que van a participar en el experimento han diseñado.
Los científicos esperan que estas cadenas de ceros y unos sean lo suficientemente aleatorias, aunque los seres humanos no somos muy buenos generando secuencias aleatorias ni especialmente aleatorios, así que necesitan que al menos 30.000 personas de todo el mundo participen para que los sean.
Servirán para que los nueve laboratorios que van a participar en el experimento escojan qué medidas hacer de las partículas bajo estudio; esto intenta «sorprender» a las partículas escogiendo al azar cual de sus características se va a medir.
Luego vendrá el momento de comprobar las mediciones y ver si en efecto dan los mismos resultados –en realidad muy parecidos, ya que otra de las cosas que dice la mecánica cuántica es que en cuanto mides una característica de una partícula la afectas en cierta medida– y así tener alguna pista más de quién tiene razón en todo este follón.
Todo esto está explicado en forma de cómic para hacerlo un poco más comprensible…
Aunque en realidad no hace falta que lo comprendas para participar, basta con que seas capaz de teclear ceros y unos muy rápidamente.