Kathryn Hess es una matemática de la École Polytechnique Fédérale de Lausanne (EPFL) que ha estado trabajando en un proyecto junto con el equipo Blue Brain para investigar qué es lo que sucede exactamente en el interior de nuestro cerebro cuando se reacciona a estímulos y se toman decisiones. En el vídeo explica cómo ha descubierto lo que cree que son ciertos «patrones ocultos» de lo que sucede entre bambalinas a nivel neuronal.
Vista en su conjunto la actividad neuronal es enormemente compleja, con grupos de neuronas disparándose en unos y otros sitios como reacción a los estímulos, sin que a simple vista haya un patrón aparente – más allá de que ciertas zonas sirven para ciertas cosas (y a veces ni eso). Pero utilizando una rama de las matemáticas llamada topología algebraica se pueden llegar a visualizar ciertas estructuras que a un nivel superior también interactúan unas con otras. Lo cual se puede sintetizar en unas fórmulas. Y lo que cree Hess que están viendo es cómo el cerebro tras recibir un estímulo codifica la información, la procesa y toma una decisión al respecto.
Los datos están ahí y la matemáticas permiten darle una forma comprensible en un sencillo gráfico –algo que no podríamos hacer a simple vista– pero que puede servir para entender cómo la información entra, de algún modo se codifica, se procesa y ¡zas! dispara una decisión.
Naturalmente esto tiene también ciertas implicaciones filosóficas –que el equipo no han entrado a valorar que sepamos– como que puede suponer una pequeña desilusión para quienes abogan por el libre albedrío. Si los seres humanos somos meras máquinas de procesar señales y reaccionar a ellas según ciertos patrones neuronales, difícil es encajar algo como la libertad de decisión ahí. Y si seguimos una programación concreta de forma inexorable, ¿somos entonces responsables de nuestros actos?
Por otro lado el descubrimiento probablemente no sorprenda a los deterministas, ni a quienes consideran a las personas meras máquinas, con vistosas analogías como las de ser meros transmisores de genes o aceleradores de la entropía. Pero la investigación prosigue, porque esto es un mero aperitivo de los muchos más secretos sobre el cerebro que todavía están por descubrirse.