Como todos los años por esta época la Tierra está atravesando una de las zonas del sistema solar en la que están los restos que el cometa Halley va dejando a su paso, lo que da lugar a la lluvia de estrellas de las Oriónidas.
Se les llama así porque parecen venir de la zona del cielo en la que está la espada de Orión, el cazador, aunque como sucede con cualquier lluvia de estrellas una vez que las partículas de polvo y piedras entran en la atmósfera para convertirse en estrellas fugaces estas pueden desviar su trayectoria en casi cualquier dirección, por lo que no es estrictamente necesario mirar a Orión para verlas.
Este año hay una ventaja, que es que ha casi Luna nueva en la noche del 21 al 22 de octubre, que es cuando se prevé que esta lluvia de estrellas alcance su nivel máximo de actividad, con una tasa horaria zenital –el número de meteoros que se calcula que se podrán ver cada hora– de 23.
Observar una lluvia de estrellas no tiene más complicación que buscar un sitio en el que el cielo esté lo más oscuro posible, abrigarse bien, llevar algo caliente para beber, y en el caso de este año estar dispuesto a madrugar o bien a acostarse muy tarde, ya que el máximo de cada noche se produce más o menos a las cuatro de la mañana en el horario local.
Y si las nubes se meten por medio, siempre puedes probar a salir a verlas otra noche, pues se estima que estarán activas hasta el 7 de noviembre.
El cometa Halley es también el responsable de otra lluvia de estrellas, la de las Eta Acuáridas, que tiene lugar en mayo, y que se produce cuando nuestro planeta atraviesa la zona del sistema solar por la que discurre la otra parte de la órbita del Halley.
Así que ya sabes, si tienes un momento, sal a mirar al cielo esta noche un ratito; no hace falta que sea a las cuatro de la mañana.
Y mientras estás en ello piensa que todas las estrellas que ves en el cielo son de nuestra galaxia; que el único objeto que se puede ver a simple vista de esta es la galaxia de Andrómeda, y eso en un sitio con un cielo bien oscuro.
Piensa en la cantidad de planetas que puede haber en órbita alrededor de todas esas estrellas de la Vía Láctea o de las de Andrómeda.
Piensa en los millones de galaxias que sabemos que existen y en la cantidad de mundos que pueden albergar.
Y, por una vez, no te sientas el centro del universo.