Por @Wicho — 9 de septiembre de 2008

La Agencia Espacial Europea ha publicado las primeras imágenes del encuentro del pasado viernes de la sonda Rosetta con el asteroide 2867 Šteins en El asteroide Steins, un diamante en el espacio contemplado por la nave Rosetta, de la ESA.

Steins visto por Rosetta - ESA
Steins visto por Rosetta - ESA ©2008 MPS for OSIRIS Team MPS/UPM/LAM/IAA /RSSD/INTA/UPM/DASP/IDA

Por ahora son imágenes obtenidas por la WAC (Wide Angle Camera, Cámara Gran Angular) de a bordo y el espectrómetro infrarojo VICTRIS, a la espera de recibir y procesar las imágenes tomadas por la NAC (Narrow Angle Camera, Cámara de Campo Estrecho).

Parece ser, por cierto, que la NAC entró automáticamente en modo seguro unos minutos antes de la máxima aproximación para volver a conectarse unas horas después, algo que los mecanismos de a bordo están programados para hacer si se exceden ciertos parámetros para así proteger la cámara, así que habrá que ver qué fotografió y qué se perdió.

Los científicos esperan poder utilizar la información recogida por estos tres instrumentos para determinar la edad del asteroide, el tamaño del regolito de su superficie, y por qué es tan brillante.

Una de las cosas que más los ha sorprendido hasta el momento es el enorme cráter que se ve en la parte superior de Steins según se ve en estas imágenes. Se le calcula un radio de unos 2 kilómetros y parece lo suficientemente grande como para haber causado la destrucción de asteroide, aunque Phil Plait especula en … in the sky, with diamonds con la posibilidad de que Šteins no sea sólido del todo sino que esté formado por una amalgama de fragmentos más o menos pequeños que se mantienen unidos gracias a su gravedad, lo que le permitiría haber absorbido mejor el impacto.

Hay también una cadena de al menos siete cráteres de impacto que probablemente se hayan producido al atravesar el asteroide una zona en la que otros asteroides chocaran con él.

La distancia mínima entre Rosetta y Šteins fue de unos 800 kilómetros, lo que teniendo en cuenta que ambos se encontraban en ese momento a unos 360 millones de kilómetros de la Tierra no está nada mal como ejercicio de navegación de precisión.

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