Las ratas de laboratorio tontas, tontas, no son. Para reconfirmarlo unos científicos del Howard Hughes Medical Institute han realizando algunos experimentos acerca de sus habilidades en en juegos no tan sencillos como los habituales de queso y laberintos. El resultado viene a decir que los pequeños roedores son capaces de elegir una estrategia óptima puramente aleatoria en algunas pruebas cuando esa estrategia es la mejor para conseguir un premio, aunque eso implique incluso anular ideas anteriores.
En este caso el experimento consistía en premiar a la rata con comida si participaba en un juego sencillo y superaba una prueba, por ejemplo asomarse por un agujero determinado de una caja. Lo interesante fue que las enfrentaron a «oponentes virtuales» que utilizaban diversas estrategias: quizá cambiaba alternativamente el agujero el premio, o a veces se repetía si la rata acertaba pero cambiaba si la rata fallaba, etcétera. Con el tiempo las ratas acababan reconociendo estas estrategias y mejoraban el porcentaje de premios conseguidos.
Como es bien sabido generalmente la mejor estrategia suele ser predecir lo que hará el contrario. Pero precisamente por eso también sabemos que en ciertos juegos, como puede ser piedra, papel, tijera, los chinos, el mentiroso –incluso diría que el póker– y muchos otros el secreto es no jugar con ningún patrón reconocible, sino utilizar una estrategia puramente aleatoria cuando no hay otra mejor.
Según explica el resultado del experimento, los pequeños y peludos sujetos de los experimentos aprendían a evitar errores cuando no eran capaces de reconocer la estrategia del contrario (es decir: si no podían reconocer un patrón sencillo o el oponente jugaba al azar) e incluso cuando se los puteaba haciéndoles trampas – como cambiando el premio cuando se sabía previamente qué iban a elegir. En ese caso, con el tiempo pasaban a utilizar una estrategia aleatoria mucho más conveniente. En otras palabras: aprendían a anular su experiencia previa y comportarse de forma random, que resultaba ser una mejor opción.
El trabajo completo para quien esté interesado en teoría de juegos, ratas y experimentos raros: Behavioral Variability through Stochastic Choice and Its Gating by Anterior Cingulate Cortex ($).
Bonus: contaron en Freakonomics hace tiempo que en un experimento similar se enseñó a unos monos capuchinos premiándolos con monedas que luego podían cambiar por comida. También mediante puteo-y-error los inteligentes primates aprendieron «conceptos económicos básicos» como la oferta y la demanda y la aversión a la pérdida. Pero lo divertido que un día se vio a un macho ofreciéndole una moneda a una hembra. Y acto seguido consumó con ella el acto sexual de forma consentida. Se considera la primera observación de intercambio de dinero con connotaciones sexuales de la historia de los monos. La hembra, demostrando además que sabía de qué iba la cosa, intercambió a continuación la moneda por una fruta.
(Vía Cell + BetaBoston.)