Por Nacho Palou — 14 de agosto de 2009

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Lo de arriba es el discreto aterrizaje sobre la tundra siberiana de la nave rusa Soyuz TMA-11 el 19 de abril de 2008, que acabó en el suelo a 475 km de distancia de su punto objetivo.

La TMA-11 realizó una reentrada balística en lugar de una reentrada aerodinámica debido a un problema técnico. La inusual reentrada acabó en un aterrizaje aparatoso y peligroso, que destruyó partes de la nave y causó daños leves a los tres tripulantes.

Era la primera vez que en una nave Soyuz volaban dos mujeres a la vez, siendo también la primera vez que había a bordo más mujeres que hombres.

Aún estando ya el Siglo XXI esta circunstancia se relacionó con la superstición de los marinos rusos sobre la mala suerte que supone que haya más mujeres que hombres a bordo. El director de la Agencia Espacial de la Federación Rusa –a la que se le presupone ser hombre de ciencia– de algún modo trasladó la superstición al caso de la Soyuz y la relacionó con la casi catastrófica reentrada balística. Incluso le llevó a afirmar que se aseguraría de que en el futuro el número de mujeres no superase al de hombres, aunque aclaró que no se trataba de “discriminación”.

La Sozyuz 5, en 1969, con una tripulación compuesta por hombres en su totalidad, sólo uno al regreso, sufrió un incidente similar que acabó con un fuerte impacto –que le costó algún diente al piloto- sobre algún algún lugar remoto de los Urales, a varios kilómetros del lugar previsto.

Hay como un millón de fotos del aterrizaje y rescate de los tripulantes en Soyuz TMA-11 Is Back Home, del blog English Russia.

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