Mario Rodríguez era un estudiante de físicas de veinte años al que le diagnosticaron una leucemia. La quimio y un trasplante podían haberlo salvado. O no, pues hemos avanzado mucho en la lucha contra el cáncer, pero aún queda mucho que hacer.
Pero lo que era seguro era que la «medicina naturista y ortomolecular» con la que lo marearon no tenía posibilidad alguno de salvarlo, tal y como se puede leer en Réquiem por Mario.
Ahora, tras la muerte de Mario, como decía quizás evitable, su padre lucha porque al menos la persona que engañó a Mario pague las consecuencias de sus actos, aunque en primera instancia un juez ya ha dicho que Mario escogió libremente qué tratamiento seguir.
Hay una petición en Change.org «para iniciar un cambio legislativo, que regule adecuadamente la publicidad, difusión y práctica, de las llamadas terapias alternativas».
(El vídeo, vía ¿Qué mal puede hacer?).