Por @Alvy — 21 de enero de 2009

Me pareció muy interesante leer algunas de las cosas que publicó El Tamiz bajo el título ¿Por qué se producen más catarros y gripes durante el invierno? al que llegué a través de Enchufa2. En estos días invernales, en que quien más quien menos anda resfriado, se achaca a veces la culpa al frío. Pero el dato a tener en cuenta es este: el frío, por intenso que sea, es incapaz de producir por sí solo un resfriado o una gripe. Hay otros «efectos» colaterales que son los que hacen que con frío haya más resfriados, pero el frío de por sí no es el culpable como tal.

De los diversos factores en los que podría influir el frío en este tipo de contagios (como que haga que el cuerpo retire sangre de zonas como la nariz o las manos, que quedan más vulnerables, o que ayude a que el virus esté más protegido por una membrana en forma de gel), el que se considera clave es el llamado efecto apelotonamiento: en las épocas más frías y más húmedas las personas tendemos a estar más juntas y en lugares cerrados durante más tiempo. Como la infección se produce por contacto y a través del aire el contagio es más probable si se está rodeado de más gente.

El artículo termina recomendando como consejo más importante que es mejor minimizar la posible exposición al contagio que abrigarse contra el frío, y menciona una fórmula sencilla para reducir el riesgo: algo tan simple como lavarse las manos con más frecuencia.

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