Antes que nada: los restos del cohete chino Larga Marcha 5B que esperábamos expectantes porque efectuaba su reentrada descontrolada entre hoy y mañana sin control, parece han sido vistos finalmente hace un rato, hacia las 18:45 GMT+2, cayendo sobre el Océano Índico. Felicidades a todos los agraciados por el no-crash sobre sus cabezas.
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Al que le toque, le ha tocao. Eso es lo que parecen decir los países más ricos y poderosos del Norte con capacidad de poner ingenios en órbita cuando sus cohetes y satélites efectúan una reentrada en la atmósfera terrestre sin control, con el potencial riesgo que supone para la vida humana. Y es que aunque sea altamente improbable que los restos de un cohete o satélites le caigan a alguien en la cabeza, no sería la primera vez que causan daños en viviendas o estructuras de todo tipo. El caso es que adivinar dónde acabarán cayendo es muy díficil de calcular y las alternativas –como destruirlos en el espacio– no son siempre tan triviales como «apretar un botón».
En un artículo publicado en la revisa Nature titulado Unnecessary risks created by uncontrolled rocket reentries se hace ver que además muchos de esos riesgos son innecesarios, dado que quienes lanzan los cohetes y satélites podrían aumentar las medidas de seguridad (lo cual tiene un coste, claro, que ahora mismo no siempre asumen) para controlar mejor la caída en caso de problemas o de que esos artilugios terminen su vida útil.
Como ejemplo se pone precisamente de ejemplo al Larga Marcha 5B chino, partes de cuyo lanzador cayeron en 2020 sobre dos pueblos de Costa de Marfil, causando daños; también hubo dos tanques de combustible de un cohete de SpaceX que en 2016 aterrizaron en Indonesia casi intactos – y cuyo tamaño era el de una nevera. Según han calculado, en los últimos 30 años un 70% de los restos de 1.500 cohetes lanzados han acabado cayendo a la atmósfera terrestre sin control.
Cálculos de la órbita y reentrada del Larga Marcha 5B (CZ-5B) / Aerospace.org
El problema es que muchos de los satélites que acaban su vida útil son los que están asociados con las órbitas geosincrónicas y pasan cerca del ecuador: dicen que hay el triple de objetos sobre latitudes como las de Yakarta, México, Lagos o Bogotá (todas muy pobladas) que sobre Washington DC, Nueva York, Pekín o Moscú, que son quienes lanzan los satélites. Esto podría considerar, como en el caso de las emisiones contaminantes, una externalidad de los países del Norte que perjudica a los países del Sur y que se debería compensarse de algún modo.
Otro aspecto interesante de este estudio es que tanto los datos como el código están disponibles en Github, para quienes quieran examinarlo para ampliar los estudios, cuestionarlos o mejorarlos.
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