En este vídeo Tom Scott explica un tanto por encima cómo son las instalaciones de un reactor de fusión, más concretamente el JET del Centro Culham de Energía de Fusión. Para ser un lugar en el que se alcanzan durante breves instantes temperaturas más altas que las del Sol tiene un aspecto un tanto viejuno, como si fueran las calderas del Titanic. Pero bueno; si se ve así y funciona, nada de qué preocuparse – por algo será.
También explica una de las curiosas formas en que funciona la seguridad de los experimentos:
Hay un buen número de sistemas de protección vigilando el experimento; si algo sale mal se corta la alimentación y todo se detiene. Pero si algo va sutilmente mal hay otra medida de seguridad sorprendente: en el techo de la cámara del reactor, donde no puede entrar ninguna persona, hay instalados unos altavoces envolventes conectados a micrófonos.
Estos altavoces los oyen los operarios del centro de control, de modo que es como estar de pie dentro de la máquina (…) Aunque los sistemas técnicos de control funcionan mucho más rápido de lo que podría actuar una persona, sucede como cuando oyes que el motor de tu coche hace «ruiditos raros»: es el tipo de problemas que puede detectar una persona antes que un ordenador. Hace un par de años tuvimos un problema de este tipo y localizamos exactamente una pieza suelta en una tubería para corregir el problema.
La anécdota es buenísima; me recordó ese episodio de Star Trek: la nueva generación en que el capitán Picard afina el oído y le dice al teniente LaForge que revise los cristales de dilitio porque está oyendo el zumbido de fondo del Enterprise D «un poco raro» y efectivamente resulta estar desalineado unas pocas micras – para sorpresa del ingeniero que no puede dejar de asombrarse de la agudeza auditiva del viejo «lobo del espacio».